El presidente Medvéved, ayer, en su despacho, tras el atentado en el aeropuerto. :: AFP
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La espina envenenada del Kremlin

Los esfuerzos de las fuerzas de seguridad rusas para mantener a raya el terrorismo solo logran periodos de tranquilidad cortos

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Los ímprobos esfuerzos de las fuerzas de seguridad rusas para mantener a raya el terrorismo no están logrando que los periodos de tranquilidad sean demasiado largos al menos más allá del Cáucaso Norte, en donde los atentados, ataques, asesinatos y secuestros se producen casi a diario.

El pasado septiembre, tras una intensa ola de violencia en las repúblicas autónomas vecinas de Chechenia, fue lanzada una importante operación antiterrorista que parecía haber asestado un duro golpe a las células islámicas que operan en la región. Sus efectos no han sido duraderos. Moscú, en donde las medidas de seguridad suelen ser mucho más estrictas, ha vuelto a sufrir un nuevo mazazo del terrorismo.

Y eso que, según el presidente ruso, Dmitri Medvédev, la situación en Chechenia era lo suficientemente fiable como para levantar el régimen antiterrorista que fue establecido en el verano de 1999. Fue anulado en abril de 2009 con mucho aspaviento. Inmediatamente después, el jefe de la guerrilla chechena, Dokú Umárov, advirtió de que sus hombres estaban preparados para atentar por toda Rusia. Un consejero presidencial calificó aquella amenaza de «estupidez», al argumentar que los terroristas estaban ya contra las cuerdas.

Unos meses después, una bomba en la línea de ferrocarril Moscú-San Petersburgo provocaba el descarrilamiento del Nevski Express y la muerte de 26 personas. Peor fue el atentado que dos 'viudas negras' de terroristas abatidos consiguieron perpetrar en dos céntricas estaciones de metro moscovitas en marzo del año pasado. Hubo 40 muertos. Las medidas de vigilancia se extremaron, pero terminaron relajándose con el tiempo.

Vigilancia relajada

Hasta hace poco, era imposible penetrar en los vestíbulos centrales de ningún aeropuerto ruso sin pasar por el detector de metales y explosivos. Pero ya desde el comienzo de las vacaciones navideñas tal medida era selectiva y dirigida fundamentalmente a las personas con mucho equipaje. El suicida que ayer causó la masacre en Domodiédovo es evidente que pudo entrar en la terminal de llegadas sin control alguno.

Y es que la política de puño de hierro que el actual primer ministro, Vladímir Putin, viene aplicando en todo el Cáucaso Norte desde su llegada al poder en 1999 causa muchas víctimas inocentes. La corrupción y la grave situación económica que sufre la zona, la más pobre de Rusia, contribuye también a facilita la labor de reclutamiento de los grupos integristas.

La insurgencia islámica tuvo a Chechenia como núcleo inicial, pero se extendió hace tiempo a las repúblicas vecinas. Aunque los sucesivos líderes del movimiento fundamentalista fueron eliminados uno tras otro, las células descabezadas han sabido restablecer rápidamente su actividad.