CARTAS AL DIRECTOR

Titanic de la economía

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En la mar hay una ley no escrita, muy humanitaria, en caso de naufragio, aquella que tantas veces hemos escuchado en las películas: «mujeres y niños primero». Antaño los únicos que no la respetaban eran los piratas, y en la actualidad es la clase social alta la que no respeta esa norma: proteger a los más débiles en una situación de crisis extrema como la que estamos viviendo, con el argumento y la filosofía de 'tanto tienes, tanto vales'. Ya que para reflotar el barco de la economía que se está hundiendo esta clase está librando lastre arrojando por la borda a los pasajeros de segunda y tercera clase.

Y lo más lamentable es que quien lleva la evacuación de nuestro barco accidentado es uno de segunda clase venido a más, que con una mezcla de cobardía y engaño consiente y promueve lo que está pasando. Por no tener el valor de subir a primera clase a ejercer su poder y exigir a ese privilegiado pasaje su casi total responsabilidad en el grave accidente que sufre el navío, y por pretender que nos creamos que no se puede reflotar la crisis de otra forma ni mejor.

Por supuesto que las clases de 'abajo' también tendrán que achicar agua, pero en proporción al camarote que se ocupe, y no sustituyendo en sus obligaciones a los de 'arriba', para que no se dé la triste e injusta paradoja de que quienes han provocado el naufragio por sus temerarias maniobras sean los que se salven primero, para que cuando todo se olvide no vuelvan a reincidir por no haber aprendido nada de sus errores.