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«Esto es durísimo; él no se lo merecía»

Compañeros y alumnos rindieron ayer un sentido homenaje a Ildefonso

CHICLANA. Actualizado: Guardar
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La pancarta elaborada ayer con lágrimas en los ojos por los alumnos de primero y segundo de ESO habla por si sola. 'Te echábamos de menos; ahora más que nunca', rezaba. El hall del IES Pablo Ruiz Picasso respiraba tristeza desde que se conoció la noticia de la muerte de uno de sus profesores, el pasado miércoles por la tarde.

Jubilado a finales del curso pasado, el maestro Ildefonso Troya recibió el homenaje, y también el cariño, de los que han sido sus colegas de profesión y compañeros de andanzas educativas durante los últimos 16 años de su vida, el pasado mes de octubre. «En navidades se pasó por aquí un día para darnos envidia por el tiempo libre que tenía tras jubilarse, y fíjate ahora, es una pena enorme».

María, una de las conserjes del centro educativo chiclanero donde el fallecido trabajaba, no daba crédito ayer a lo ocurrido con este padre afincado en Chiclana, que fue acuchillado presuntamente por su hijo de 22 años el pasado miércoles en la urbanización Las Menuditas de Chiclana.

Maestro de francés y jefe de actividades extraescolares del centro durante años, Ildefonso impulsó proyectos de gran importancia para el alumnado del Picasso durante los 16 años que perteneció a su claustro de profesorado. Un buen ejemplo de ello es el programa Comenius de intercambio lingüístico. «Recuerdo algunos de los viajes que hicimos por todo el mundo; mira; en esta foto estamos en Suecia en nuestro primera aventura», explicaba Paco, profesor de matemáticas del mismo instituto, y amigo íntimo del fallecido.

Apenas 24 horas después de conocerse su trágico final, el colegio donde Ildefonso pasó tantas horas de su vida hasta hace unos meses ya no es el mismo. Ayer jueves la dirección del IES Picasso confirmaba que la plantilla, el claustro de profesores, y gran parte de los alumnos que estudiaron con él estaban literalmente «destrozados».

La consternación fue la tónica durante todo el día en una ciudad que aún no ha sido capaz de digerir lo sucedido. Todos lamentaban de el «sinsentido» del crimen.

Algunos de los compañeros de colegio más allegados de Ildefonso optaron por no hablar. Sus ojos lo decían todo. «No tenemos fuerzas. Ha sido un palo durísimo, él no se lo merecía», repetían una y otra vez en corrillos silenciosos.

Mientras los chavales de primer ciclo de la Enseñanza Obligatoria terminaban de elaborar su mensaje recordatorio en una cartulina azul, el centro iniciaba los trámites para un homenaje póstumo, que tienen planeado realizar en las próximas semanas. Ya ayer, y aún con el corazón encogido por la tragedia, el maestro estuvo muy presente en las aulas y los pasillos de un centro con casi 1.300 alumnos.

Fue a través de los dos imponentes minutos de silencio que guardó la comunidad educativa, a los que también se sumó el alcalde, José María Román. Los rostros reflejaban el dolor. Solo los aplausos rompían el aire. Ildefonso murió de tres heridas de arma blanca; pero su espíritu como docente y compañero pervivirá para siempre entre las cuatro paredes de este colegio.