Prudencia tunecina
Actualizado: GuardarLos incidentes registrados ayer en Túnez, aunque dignos de ser anotados como indicios de dificultades o de inquietud, no tienen la capacidad de interrumpir el proceso de renovación nacional emprendido por las nuevas autoridades ya en diálogo con la oposición interpretando el tácito consenso nacional: reconciliación, democracia, progreso. El país es perfectamente capaz de abordar el desafío histórico al que se enfrenta, incluso aunque no haya una oposición bien estructurada ni una clase política entrenada y dispuesta para hacerse cargo, tal fue la eficacia de la labor de completa laminación llevada a cabo por el gobierno depuesto. Es cierto que no se ha producido un cambio de régimen, por la buena razón de que no ha habido una revolución y, con sentido común, opositores y viejos servidores del Estado parecen de acuerdo en utilizar los mecanismos disponibles para encauzar la transición: el presidente interino tiene hasta sesenta días para convocar presidenciales y será el nuevo jefe de Estado quien podrá legalmente disolver el parlamento vigente para elegir uno plural y representativo. Si los tunecinos han podido esperar tantos años la buena nueva democrática podrán aguardar ahora un par de meses antes de abrir un periodo constituyente.