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Leales a Ben Alí buscan la anarquía
La detención del jefe de seguridad del presidente huido muestra que la violencia está planeada y busca desestabilizar Túnez
RABAT. Actualizado: GuardarTúnez vivió ayer quizás las 24 horas más cruciales de su historia reciente. Mientras sus nuevos dirigentes interinos negociaban a marchas forzadas la creación de un gobierno de unidad nacional, en las calles el Ejército intentaba evitar que el país caiga en la anarquía. Ayer, el jefe de seguridad del depuesto presidente Ben Alí y el antiguo ministro de Interior fueron detenidos por instigar la violencia e intentar sembrar el caos en el país.
Durante todo el fin de semana, miembros de la guardia personal del expresidente han hecho todo lo posible por desestabilizar el país, protagonizando saqueos y tiroteos indiscriminados. La impresión general en Túnez es que estas milicias, que han perdido de la noche a la mañana su poder, estarían intentando provocar un levantamiento civil e incluso una contrarrevolución, inspiradas por el propio Ben Alí.
El antiguo embajador tunecino ante la UNESCO, Mezri Haddad, que dimitió de su cargo la semana pasada, acusó ayer a Ben Alí de «haber premeditado la anarquía antes de su fuga». Según el exfuncionario, el dictador «habría dado armas y mucho dinero a su guardia personal y a sus fieles para que provoquen la guerra civil», con el objetivo de recobrar el poder. Haddad aseguró, en un comunicado recogido por la agencia AFP, que Ben Alí intentaría hacer creer que esos crímenes habían sido cometidos por la izquierda tunecina y los islamistas.
La transición política siguió ayer su rumbo sin aparentes problemas. Las reuniones entre los distintos grupos políticos del país y el primer ministro interino, Mohamed el Ghanuchi, se han sucedido durante todo el fin de semana para negociar, con toda la premura posible, la formación de un gobierno de unidad nacional, cuya composición se conocerá previsiblemente hoy.
Pero si los políticos intentaban buscar pacíficamente un consenso sobre el futuro de Túnez, en las calles los partidarios del expresidente se aferraban al pasado. El jefe de la seguridad de Ben Alí, Ali Seriati, fue detenido por un grupo de ciudadanos cuando intentaba huir por la frontera con Libia. Sus captores lo entregaron posteriormente al Ejército. Seriati ha sido acusado de intentar conspirar contra el Gobierno constitucional, y de organizar actos de vandalismo y pillaje, según los medios locales. El antiguo ministro de Interior, Rafik Belhaj Kacem, depuesto por Ben Ali el miércoles, fue arrestado en su casa y, aunque ayer se desconocían aún los cargos contra él, se especula con que su detención está ligada a los actos de desestabilización del fin de semana.
Decenas de hombres leales al expresidente intentaron atacar el palacio presidencial de Cartago, sede del jefe del Estado, y se enfrentaron en un intenso tiroteo con miembros del Ejército que protegían el inmueble. Los asaltantes se dispersaron por las inmediaciones de la residencia, disparando de forma indiscriminada.
Otros barrios como Ombran o Cité Ez Zuhur fueron asaltados a toda velocidad por coches todoterreno negros, como los que utiliza la guardia de Ben Ali, mientras sus ocupantes, vestidos de civil, disparaban sembrando el pánico. Una escuela de policía del barrio de Le Kran, cercano al palacio presidencial, también fue atacada durante la madrugada del domingo por los partidarios de Ben Alí, que lanzaron cócteles molotov y se enfrentaron a tiros contra los agentes, que consiguieron repeler el ataque.
Ciudadanos armados
Desde la noche del sábado, grupos de ciudadanos armados con cuchillos y palos se han organizado, animados por algunas televisiones locales, para proteger sus barrios de los vándalos, que han quemado tiendas, sucursales bancarias y edificios públicos en la capital. El peligro no era pequeño. Las fuerzas de seguridad, principalmente el Ejército, detuvieron a lo largo de todo el día a personas armadas, preparadas, presuntamente, para cometer actos de pillaje.
En una de estas detenciones, tras una persecución y un intenso tiroteo, se arrestó a cuatro hombres extranjeros -de origen argelino, según Efe, o alemanes, según Afp-, que viajaban en tres taxis cargados de armas, entre ellas fusiles de precisión. El Ejército y la Policía, apoyados por un helicóptero, intentaron durante todo el día abatir a varios francotiradores apostados en los tejados del centro, que mataron a dos soldados. Según la agencia francesa, al menos dos francotiradores fueron neutralizados.