Túnez comienza su transición democrática
El Consejo Constitucional decreta que deberán celebrarse elecciones presidenciales en el país antes de 60 días
RABAT. Actualizado: Guardar«Nadie será excluido del proceso político». Bajo esta premisa, Fuad Mebaza, el nuevo presidente interino de Túnez, y el tercero en menos de 24 horas, inició ayer la transición democrática en el país norteafricano después de que la huida de Ben Alí a Arabia Saudí pusiera fin a 23 años de dictadura. El nuevo jefe de Estado ha encargado la creación de un gobierno de unidad nacional, y ha abierto la puerta al regreso de los opositores exiliados. El Consejo Constitucional del país ha decretado que deberán celebrarse elecciones presidenciales antes de 60 días.
Si el viernes fue un día decisivo en la historia de Túnez, no menos importante fue la jornada de ayer, donde, a pesar de la violencia y la incertidumbre que reinaron en las calles de la capital durante día y noche, las instituciones tunecinas consiguieron estar a la altura de las circunstancias y responsabilidades que se exigía de ellas y pusieron en marcha la transición. Los próximos días desvelarán si se trata de una transición democrática o si todo habrá cambiado en Túnez para que nada cambie.
A primera hora de la mañana, el Consejo Constitucional, controlado por el régimen, proclamó a Fuad Mebaza, hasta entonces presidente del Parlamento, nuevo jefe de Estado interino. El Consejo constataba así la «ausencia de poder» que se había producido en el país tras la marcha apresurada de Zine el Abidine Ben Alí, y aplicaba el artículo 57 de la Carta Magna, que prevé la sustitución del presidente en caso de «muerte, dimisión o impedimento absoluto».
El Consejo Constitucional rectificaba de esta forma la posible irregularidad cometida la noche del viernes por el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, que asumió la jefatura interina del Estado aplicando el artículo 56, que dejaba la puerta abierta a un regreso de Ben Alí. Solventado este primer bache, que no había sido pasado por alto por los manifestantes, el Constitucional decretó la convocatoria de elecciones en un plazo de entre 45 y 60 días.
Algunos opositores, como el líder en el exilio del partido islamista prohibido Ennhadha, Rachid Ghanuchi, anunciaron desde París que planeaban ya su vuelta a Túnez para ponerse a disposición del Gobierno de unidad nacional. El secretario general de Etajdid (Movimiento de la Renovación), única formación de oposición representada en el Parlamento de Túnez, pidió ayer una reforma del código electoral y la creación de una Comisión Nacional independiente que supervise las próximas elecciones. «Muchos en la oposición se quedarán sin poder participar en las elecciones si estas se rigen por la actual ley electoral, que impide a muchos partidos presentar candidatos a las presidenciales», escribe Issander El Amrani en el reputado blog político 'The Arabist'.
El de ayer fue un día agitado en el país norteafricano, que se vio sacudido por disturbios y saqueos. El Ejército seguía desplegado en las calles de la capital para intentar mantener la seguridad, después de que por la noche, y a pesar del estado de excepción y del toque de queda, se produjeran pillajes en comercios y supermercados, e incluso se escucharan disparos en algunos barrios de Túnez. Por Internet circulaban ayer imágenes de un hipermercado ardiendo, perteneciente a familiares de la esposa de Ben Alí, o de varios enmascarados, identificados por los blogueros como agentes de seguridad, desvalijando una tienda.
El caos se extendió ayer a varias cárceles del país, donde se produjeron motines y fugas. En la provincia de Monastir, en el centro del país, al menos 20 reos murieron y otros tantos fueron heridos en el incendio de una prisión, provocado, presuntamente, por los propios prisioneros. En las cárceles de Gafsa, Kasserín, Mornaguía y Mornag también se produjeron revueltas, mientras que en la de Bicerta, decenas de presos lograron escapar.
Tanto la Unión Africana como la Liga Árabe reconocieron ayer al nuevo presidente interino de Túnez y pidieron que se respete la voluntad del pueblo tunecino.