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«Dile a Mubarak que tiene un avión esperando»
La chispa democrática que ha prendido en Túnez pone en alerta a otros dirigentes árabes
RABAT. Actualizado: GuardarNo habrán sido pocos los líderes del Magreb y Oriente Medio que pasaron la noche del viernes con un ojo abierto y otro cerrado. Inquietos por el murmullo popular. Pendientes de si el azúcar ha subido unas piastras o de si han conseguido transmitir el mensaje de que la economía marcha bien y se van a crear nuevos empleos. Los dirigentes de los países árabes han visto cortar las barbas de un vecino demasiado cercano y han podido comprobar que las revoluciones no necesitan de una oposición política fuerte, ni de líderes carismáticos.
Cientos de egipcios lo tenían muy claro la noche del viernes: «¡Escuchad a los tunecinos. Egipto, es tu turno!», gritaban jóvenes y mayores a las puertas de la Embajada de Túnez en El Cairo. El mensaje, repleto de picardía egipcia, no podía ser otro: «¡Ben Alí, dile a Mubarak que tiene un avión esperándole también!». En Casablanca, Rabat, Amán o Argel, muchos jóvenes brindaron ayer por el fin de la era Ben Alí, y soñaron, felices y esperanzados, con que la chispa de la revolución democrática prenda en el mundo árabe.
Las manifestaciones también se han sucedido en otras capitales del mundo árabe con diversa intensidad, pero siempre vigiladas muy de cerca por las fuerzas de seguridad. «Creo que la mecha puede prender en muchos otros países, empezando por Egipto, que está preparado para recibir el espíritu de la revolución tunecina», asegura por teléfono Emad Gad, del cairota centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al Ahram.
Las circunstancias que han hecho estallar la olla a presión en la que se había convertido Túnez no son ajenas al resto de países de la región. Empezando por la población, jovencísima y que cada vez está más formada y cultivada. Si hasta hace pocos años solo las elites árabes podían acceder a una educación superior, cada vez más son las clases medias quienes envían a sus hijos a la universidad, muchos de ellos para descubrir, como le ocurrió a Mohamed Buazizi, el mártir de la revolución tunecina, que la formación no les garantiza el trabajo. La crisis económica ha cerrado además las puertas de la emigración a Europa, antes válvula de escape para los más inquietos.
Lo mismo ocurre con la corrupción, una de las peores lacras que afecta a los países árabes de Marruecos a Siria, desde la elite del poder al último funcionario. Comunes son también la omnipresencia de las fuerzas de seguridad, la censura de los medios de comunicación, la represión de la oposición, ya sean partidos políticos o movimientos sociales. Por no hablar de los líderes, aferrados al poder durante tantos años que la mayor parte de sus ciudadanos no han conocido a ningún otro gobernante. Cada país tiene sus particularidades, pero ninguna de estas lacras son conceptos que suenen ajenos a los vecinos del Mediterráneo sur.
«Muchos en Oriente Medio, sobre todos los líderes de los países árabes, van a reflexionar muy seriamente sobre los eventos de Túnez, ya que muchos países comparten las condiciones sociales que han ocasionado las revueltas en el país norteafricano», opina, desde El Cairo, Mustafa Kamel, director del Instituto de Oriente Medio para los Estudios de Desarrollo.
Los líderes toman nota
Las pistas están ahí. El mismo viernes, unas 5.000 personas se manifestaron en Jordania para protestar por la subida de los precios de los productos básicos, lo mismo que hicieron en 2008 y 2009 miles de egipcios en las revueltas de Mahalla al Kubra, las peores manifestaciones que ha vivido el país del Nilo en los últimos años. En Argelia, las revueltas por el aumento del coste de la vida han causado en las últimas semanas al menos dos muertos. En Rabat, un colectivo conocido como 'los diplomados en paro' se manifiesta cada miércoles ante el Parlamento marroquí.
Los líderes árabes han tomado nota del caso tunecino, asegura el politólogo marroquí Mohamed Darif. Muchos países se han adelantado a los acontecimientos esta semana y han anunciado, como es el caso de Marruecos, que los precios del azúcar y otros productos de primera necesidad no van a subir. Los titulares del diario egipcio 'Ajbar el Yun' recordaban ayer en la portada que se ha reducido la deuda externa en el país, así como que han engordado las arcas de la seguridad social y de las pensiones. En Jordania, el rey Abdalá ha pedido esta semana una bajada de los precios y de los impuestos.
«Evidentemente hay similitudes en los diferentes países árabes, pero Túnez siempre fue una excepción», asegura a este diario 'Darif'. «Mientras que las demandas de los tunecinos han sido muy políticas, en otros países como Marruecos o Argelia, las protestas casi siempre son socioeconómicas», advierte el analista, para quien los dos países con más papeletas de vivir un caso parecido al de Túnez son Egipto y Yemen.
Que la primera revuelta popular que ha conseguido derrocar a un dictador árabe haya tenido lugar en Túnez ha sorprendido a muchos, ya que Ben Alí, aliado de Occidente por su mano dura con el islamismo y sus medidas económicas liberales, parecía intocable. Hoy, sin embargo, algunos se han dado cuenta de que «no tiene por qué suceder con una invasión como en Irak. Es una gran lección para los regímenes autocráticos de la región», afirma a la agencia AFP Amr Hamzawy, del Centro Carnegie de Oriente Medio, con sede en Beirut.
Pero si a algunos les parece imposible concebir un Egipto sin Mubarak o una Argelia sin Buteflika, Emad Gad advierte: «Hace un mes, nadie podía esperarse que sucediera lo que hemos visto en Túnez. La revolución puede empezar en cualquier momento, solo hace falta una chispa, un error del Gobierno, un accidente».