Juan Luis Monge muestra la escritura de su casa de la calle Vicario, del siglo XVIII, junto a María del Carmen Vaca. :: L.R.
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Patios que narran la historia de la ciudad

El nuevo Plan Especial del Casco Histórico no contempla una protección para esta seña de identidad

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Lo primero que hizo Juan Felipe de Oyarzábal y Olascoaga cuando recaló en El Puerto y comenzó a ganar dinero fue instalarse en una casa señorial. Corría el año 1.728, en plena eclosión del comercio con las Américas, y el joven vasco encontró trabajo como escribano en una casa de cargadores de indias. Así comenzó a forjarse un porvenir y amasar un capital que le permitió vivir desahogado.

En el pequeño patio, circundado por columnas de mármol, colocó el escudo de su familia, símbolo de orgullo de casta muy habitual en la época. El mismo que, 283 años después, contempla Juan Luis Monge, que era un niño cuando llegó al número 20 de la calle Vicario con sus padres y sus hermanos allá por la década de los cuarenta. Ahora que ha superado la cincuentena no tiene ninguna intención de cambiar de residencia. En esa casa se crió y, si nada lo impide, también se despedirá de este mundo. Los patios son una de las señas de identidad del centro de El Puerto y el nuevo Plan Especial de Protección del Casco Histórico, que se encuentra en la fase de estudio de alegaciones, no contempla ningún capítulo específico en torno a los patios, aunque sí sobre las normas básicas que deberán cumplir las edificaciones particulares que se construyan en el Barrio Alto, tales como espacios libres con un mínimo de iluminación y ventilación. Pero nada sobre la disposición del patio con respecto a la parcela, a que sea visible desde la calle, o que las estancias den o no al mismo. Estos son algunos de los parámetros que diferencian una 'casa patio' de una casa con patio, que son dos formas distintas de vivir el patio. Otro aspecto a teer en cuenta son cuántas casas patio gozan de protección en el nuevo planeamiento y qué nivel tiene cada una.

Tradición y arraigo

Más de veinte participaron la primavera pasada en la tradicional Fiesta de los Patios, que se remonta a los años sesenta y que tras un periodo en decadencia, se volvió a recuperar hace veinte años. La asociación de Amigos de los Patios mantendrá en breve la primera reunión con el Ayuntamiento para preparar la próxima edición. José Luis Delgado, presidente del colectivo reivindica los patios como un aliciente turístico más que aún no ha sido explotado. «Confiamos en que el PEPCH refuerce su protección, aunque tampoco nos fiamos de los radicalismos».

«No la vendería ni por un millón de euros». La escritura reposa a mano, sobre una silla de enea. Son muchos los curiosos que se interesan por la casa y Juan Luis disfruta contando que su padre la compró por 30.500 pesetas. Pero antes del vasco, la primera referencia es de 1.704, como capellanía de los sacerdotes de la Iglesia Mayor Prioral, que se encuentra a solo unos metros.

José Rodríguez consiente que su nieto juegue con las flores de buganvilla fucsias que se descuelgan por las paredes encaladas de su patio. En el número 76 de la calle Zarza también se ha parado el reloj. «Mi abuelo la compró en los sesenta. Pero la casa fue registrada en el catastro en 1.867. El techo a un agua es de entonces, y las tejas. También algunas partes de la viguería, que han necesitado varias reparaciones.