Un grupo de manifestantes golpean a un policía cuando trataba de escapar en una moto, en el centro de la capital tunecina. :: REUTERS
MUNDO

Túnez manda a Ben Alí al exilio

El mandatario deja el país, mientras el primer ministro asume la presidencia interina y el Ejército toma el control

RABAT. Actualizado: Guardar
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Acosado por la revuelta popular, el presidente tunecino Zine el-Abidine Ben Alí puso ayer fin a su presidencia dictatorial de 23 años, y abandonó el país con rumbo indefinido. El hasta ahora primer ministro, Mohamed Ghanuchi, ha asumido el poder de forma interina, mientras que el Ejército se ha hecho con el control. El Gobierno ha decretado el estado de excepción y cerrado el espacio aéreo.

En un día histórico para los países árabes, miles de manifestantes marcharon ayer por las calles de la capital tunecina al grito de «¡Fuera Ben Ali!» y «¡Asesino!». Después de casi un mes de protestas, que han segado la vida de 75 personas según algunas fuentes, la voz de los tunecinos, hartos de la corrupción de sus gobernantes, el desempleo y la falta de libertades y oportunidades, retumbó en las paredes del Ministerio del Interior, símbolo de la represión policial a la que ha estado sometida la población.

El Gobierno decretó el estado de excepción en todo el país con un toque de queda entre las 17 y las 6 horas. Toda concentración en la calle de más de tres personas ha sido prohibida y, según el comunicado gubernamental, la Policía y el Ejército están autorizados a disparar «contra todo sospechoso que no haya obedecido las órdenes o que huya sin posibilidad de detenerle».

«Conforme al artículo 56 de la Constitución, asumo a partir de este momento el cargo de presidente interino», afirmó en una intervención televisada Ghanuchi, que estuvo acompañado por las cabezas visibles del Congreso y la Cámara de Consejeros. Ben Ali acababa de abandonar el país a bordo de un avión. Anoche se desconocía el destino del vuelo, aunque se especulaba con París, si bien el Elíseo informó de que no había recibido ninguna petición en ese sentido. Ghanuchi llamó a la unidad de los tunecinos «de todas las sensibilidades políticas y regionales», a los que pidió «patriotismo». El presidente interino se comprometió a respetar la Carta Magna y a poner en marcha todas las reformas sociales y políticas que han sido anunciadas en los últimos días.

Marcha pacífica

La jornada fue especialmente violenta en la capital. A primera hora de la mañana, el principal sindicato, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), convocaba una marcha pacífica por el centro de la capital que fue secundada por más de 8.000 personas y que acabó frente al Ministerio del Interior, sin que las fuerzas de seguridad intervinieran. Pasaban las horas y los manifestantes se negaban a dispersarse. En un intento desesperado por calmar a las masas, Ben Alí anunció a primera hora de la tarde la disolución del Gobierno y la convocatoria de elecciones legislativas antes de seis meses. Un día antes, el ya exmandatario había asegurado que no se presentaría a los comicios de 2014. Ninguno de los dos anuncios resultó suficiente para los manifestantes. «Ni tres años más, ni seis meses más. Que se vaya ahora o no pondremos fin (a las protestas)», aseguraba un joven tunecino en la red social Twitter.

La protesta pacífica cambió de rumbo al cargar la policía contra los manifestantes después de que algunos intentaran encaramarse a las rejas de las ventanas del ministerio. Las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos, y a anoche se desconocía si se habían producido víctimas. De norte a sur, las movilizaciones se sucedieron, como la región minera de Gafsa, o las ciudades de Kasserín, Sidi Bouzid, Thala y Kairouán.

Las revueltas, que comenzaron el 17 de diciembre, han causado hasta la fecha al menos 75 muertos, incluidas las trece personas que perecieron en la madrugada de ayer durante el toque de queda, a pesar de que Ben Ali había prometido solo unas horas antes que las fuerzas de seguridad no utilizarían fuego real contra los manifestantes.