CÁDIZ

El Centro Dora Reyes ya no atiende a ninguna usuaria

Las empleadas seguirán acudiendo a su puesto de trabajo hasta que la Fundación Sauce no les haga entrega de la carta de despido

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La agonía de las trabajadoras del Centro de Recursos Dora Reyes no acaba. Ayer vivió un episodio más con la marcha de la última usuaria que aún vivía con sus hijos en el piso en el que estas seis mujeres desempeñan su labor.

Cuando comenzó el conflicto por el impago de sus nóminas, en este centro de recursos para mujeres con hijos en riesgo de exclusión social residían cinco familias. En las últimas semanas el Área de Familia del Ayuntamiento de Cádiz se ha ido encargando de buscar nuevos alojamientos para cada una de ellas.

Según explican las trabajadoras, el sistema que se ha seguido ha sido el de ir buscando viviendas sociales para cada una de las familias, con un paso previo por una pensión en los casos en que se ha tardado más de lo previsto en conseguir un piso disponible.

El conflicto de los empleados de la Fundación Sauce proviene de hace más de seis meses, el tiempo que llevan sin cobrar sus nóminas, pero en los últimos días se han precipitado los acontecimientos.

La portavoz de las trabajadoras, Manuela Ferrari, considera que se debe a que en esta semana han sido muchos los colectivos de mujeres de la ciudad que se han unido a su causa, arropándolas incluso en sus protestas a las puertas del Ayuntamiento.

Según cuenta Ferrari, la vicepresidenta de la Fundación Sauce les ha comunicado esta misma semana que probablemente el lunes habrá novedades respecto a su situación. «Lo que nosotras esperamos es que nos den la carta de despido, porque así por lo menos podemos tramitar el paro», explica.

De cualquier modo, desde Sauce ya les han advertido que aunque las cartas de despido están preparadas desde hace tiempo, están esperando para entregárselas a que el Ayuntamiento de Cádiz les haga saber cuál es el calendario de pagos para hacer frente a la elevada deuda que sostiene con ellos.

Las trabajadoras entienden que la Fundación les está utilizando como moneda de cambio para presionar al Ayuntamiento de Cádiz y conseguir así que salde su deuda antes de abandonar el centro de recursos.

A pesar de que el piso ya se ha quedado vacío, las trabajadoras aseguran que seguirán yendo a diario a trabajar, puesto que mientras tengan contrato en vigor no se pueden arriesgar a dar excusas para un despido procedente.