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Rubalcaba aprecia «esfuerzos» en Batasuna pero le exige más presión a ETA
El Gobierno insta al partido ilegalizado a que acentúe el desmarque de la violencia para resultar creíble
MADRID. Actualizado: GuardarEl comunicado de ETA no colma expectativa alguna ni variará la política antiterrorista del Gobierno, pero Alfredo Pérez Rubalcaba se sintió ayer en la obligación de pasar la mano por el lomo de Batasuna aunque fuera para decirle -como hacían los maestros de primaria para no desincentivar a los malos alumnos- que aún necesita mejorar.
El Gobierno entiende que, pese a su insuficiencia, el anuncio de un alto el fuego «permanente y de carácter general» da muestras de que la organización terrorista es en cierto modo permeable a los planteamientos de aquellos que, en palabras del ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, «quieren arrastrar a ETA hacia el final» y no quiere frustrar esa vía.
«Yo no niego, porque sería negar la verdad -admitió Rubalcaba- que Batasuna esté haciendo esfuerzos, pero tiene que hacer el esfuerzo máximo, que es romper con ETA o convencerla de que lo deje del todo y, si no, no va estar en las instituciones». Una de cal y una de arena.
El discurso gubernamental pretende combinar el mensaje de firmeza, o de que esta vez no se dejará engañar, con el de que no hace oídos sordos al movimiento emprendido por la izquierda radical vasca, que nunca como ahora se había atrevido a ejercer de fuerza motriz de un proceso que conduzca al abandono de la violencia.
La afirmación del Gobierno de que no abrirá un nuevo diálogo con la organización terrorista, no aceptará intermediación alguna y no admitirá mayor verificación de la tregua que la que de oficio realicen las propias fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado tiene una consecuencia que al ministro del Interior no se le escapa: puede hacer prosperar en una parte de la sociedad vasca la peligrosa idea de que si la paz no es posible es solo por la cerrazón del Ejecutivo. Una idea alentada ya por el abogado sudafricano y pretendido mediador en el inexistente proceso, Brian Currin, cuando el pasado noviembre dijo aquello de que «si una de las partes se niega a dar pasos hay que seguir adelante».
De producirse ese efecto, se revertirían los beneficios inesperados que, según apuntó Rubalcaba en una entrevista en Cuatro, produjeron los intentos de negociación articulados hasta la fecha por los Gobiernos democráticos. Su tesis es que, pese acabar en fracaso, todos contribuyeron poco a poco a la deslegitimación del terrorismo. «Ha habido un fortalecimiento del Estado y un debilitamiento de la banda. Al final, visto en perspectiva, la que perdió fue ETA», afirmó.
«Principio del fin»
Al Ejecutivo le interesa ahora que Batasuna siga tirando del hilo porque está convencido de que lo que nunca hará será romper con ETA. «Quiere arrastrarla hacia el final, pero no desmarcarse, no quiere crear un nuevo Aralar», aclaró Jáuregui en Punto Radio. De ahí que intercale, aunque sea mínimo, algún mensaje de aliento.
Rubalcaba no se quedó en que el comunicado no dice absolutamente nada nuevo. Concedió que «estamos viendo el principio del fin» del terrorismo, pero también avisó a la organización ilegalizada de que nada de lo ocurrido le abre las puertas a la participación en las próximas elecciones.
El Ejecutivo se mantiene en la estrategia de mano dura. El otro mensaje, el de «esto no basta, pero escuchamos», queda para el 'lehendakari', Patxi López, y para el PSOE. «Al pueblo vasco hay que explicarle que sabemos dónde vamos y que la firmeza y la unidad es la que nos va a llevar al final», remarcó el número dos del Gobierno. Dibujó de este modo un círculo virtuoso en el que la debilidad de ETA conduce a su mundo a la convicción de que la violencia nunca obtendrá réditos y la persecución policial conduce a la debilidad de la banda.
En los cálculos del Gobierno entra el que la organización terrorista siga dando pasos hacia la renuncia a la violencia como asegura el portavoz de Batasuna, Txelui Moreno, que hará, pero insiste en la idea de que 50 años de actividad criminal no acabarán de la noche a la mañana y en que su desaparición aún tardará en llegar mucho tiempo. «El proceso final -remarcó Jáuregui- será duro y complejo».
El Gobierno estima que el del lunes no va a ser el último comunicado de ETA y que a partir de ahora se va a desarrollar una partida de movimientos tácticos entre la izquierda abertzale y la organización terrorista, en la que la primera buscará un compromiso más explícito de la segunda con el final de la violencia. El Ejecutivo, entre tanto, no tiene previsto modificar sus planteamientos de exigencia.