Mariano Rajoy intercambia confidencias con Francisco Álvarez-Cascos tras un Consejo de Ministros de 2002. :: CHEMA BARROSO
ESPAÑA

Cascos censura a Rajoy por esperar «sentado» un «tsunami de votos»

Gallardón pide al ex secretario general que no cree un nuevo partido para hacer daño a la que ha sido su casa durante 34 años

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Francisco Álvarez Cascos ofreció ayer una genuina muestra de qué puede esperar su ex partido si, al final, concurre a las elecciones autonómicas con otra formación. El ex secretario general de PP hurgó en una de las heridas que más escuecen en el partido opositor, la supuesta, y negada con virulencia desde la dirección popular, indolencia de Mariano Rajoy. «Las victorias no se resuelven sentados en un sillón esperando que el tsumani de votos lleve al éxito», advirtió Cascos.

Pero a pesar de esa supuesta pereza, aceptó que se dan «todas las condiciones favorables» para que el actual líder del PP llegue a la Moncloa en 2012. Esta reflexión, no obstante, llevaba adjunta una envenenada letra pequeña: «Los partidos, para ganarlos, hay que jugarlos; lo que haga el señor Rajoy depende de él y de sus compañeros».

Cascos, en una frenética mañana multimedia, puso sobre la mesa otro asunto también incómodo para los dirigentes de su ya exformación, la comparación entre el actual y el anterior referente popular. «Aznar siempre facilitó al máximo el debate en el seno del partido y jamás toleró una desconsideración con nadie, y menos con un militante». Una frase que en pasiva tiene un claro significado: Cascos considera que Rajoy no admite la discusión interna y permite los insultos entre los militantes.

Eso sí y a pesar de todo lo dicho, el que fuera vicepresidente del primer Gobierno de Aznar negó que su actitud pueda beneficiar al PSOE, como le reprochan los fieles al presidente del PP de Asturias, Ovidio Sánchez. Es más, aseguró que en las sedes socialistas del Principado «brindaron con champán» al enterarse de que su rival sería Isabel Pérez-Espinosa.

Álvarez Cascos dibujó un PP asturiano «cómodo en la derrota» y acusó sin rodeos al alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, de querer «reeditar» un supuesto acuerdo político con el PSOE, «en virtud del cual el PP no aspira a ganar las elecciones en Asturias, ni siquiera a ejercer la oposición, y a cambio el Partido Socialista no aspira a ganar en el Ayuntamiento de Oviedo, ni siquiera a ejercer la oposición».

Cascos también quiso medir sus tiempos. Aseguró que ha respondido «por dignidad persona» ante los insultos de la dirección regional del PP, pero guardó silencio sobre las cuestiones importantes, entre ellas, si se presentará o no como candidato a la Presidencia del Principado. De sus respuestas se pueden confirmar algunas cuitas más o menos conocidas; por ejemplo, su nefasta relación con la secretaria general del PP. «¿Por qué cree que María Dolores de Cospedal no quiere ni verle en el partido?», le interpelaron ayer. «No tengo la menor idea», contestó prudente.

El ya exmilitante del PP asevera que todos sus problemas con el partido comenzaron en 2004, cuando se «exilió» en Madrid ante las «mezquindades internas» en el PP de Asturias. Seis años después, en junio de 2010, expresó al equipo que preside Rajoy la necesidad de reorganizar el partido «a través de la única fórmula democrática: la convocatoria de un congreso extraordinario».

La dirección nacional del PP tiene mucho interés en aclarar este asunto, que no consideran baladí. Los estatutos del PP, afirman fuentes cercanas al líder popular, establecen que a los candidatos a presidentes autonómicos los elige el comité electoral nacional, y en ningún caso un congreso. «Tal vez lo que pretendían (Cascos y sus seguidores) es ganar, vía candidato, lo que perdieron en el anterior congreso regional de Asturias», explicó un destacado miembro del equipo de Rajoy.

Mediación de Gallardón

Ni el presidente ni la secretaria general del PP se han pronunciado en público sobre la designación de Isabel Pérez-Espinosa en detrimento de Álvarez Cascos. Tampoco lo harán en lo que queda de semana. La intención de ambos es evitar avivar esta controversia. El que sí movió ficha ayer fue Alberto Ruiz Gallardón. El alcalde de Madrid recomendó a su antiguo compañero que «rectifique» y no encabece ninguna facción política «contraria a la que ha sido su casa, a un partido del que ha sido secretario general».

El aludido, a los pocos minutos de conocerse estas declaraciones, replicó. «Se refiere (el alcalde madrileño) a una petición de rectificación al agredido», pero «no sé si ha dicho nada sobre la rectificación de las actuaciones de los agresores», ironizó Cascos durante un 'chat' en un rotativo nacional.