SOMOS DOSCIENTOS MIL

BROMA MACABRA

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Juro, prometo, o realizo ambas acciones a la vez, y para ello no tengo pudor alguno en extender mi mano sobre la Santa Biblia, en posarla sobre la Constitución Española, o en pasearla de forma alternativa por ambos textos, que mi columna en este primer domingo de 2011, tenía como objeto redactar una carta a los Reyes Magos en nombre de todo el pueblo jerezano, a la vista de la incapacidad manifiesta de la clase política para preocuparse de otra cosa que no sean ellos mismos. Por eso, salvo que los Magos de Oriente se acuerden de traer regalos a esta ciudad, la posibilidad de que el nuevo año acerque hasta Jerez puestos de trabajo y demás parabienes, es algo que simplemente raya lo utópico.

Pero, para una vez que tenía absolutamente claro el contenido de estas líneas, aparece nuestro anterior alcalde, don Pedro Pacheco, anunciando su vuelta al primer plano de la escena política. Dicho anuncio ha tenido múltiples repercusiones -entre ellas la modificación urgente de estas letras-, así como comentarios desde todos los sectores de la ciudad, siendo el más llamativo el de su alcaldesa, quien no ha dudado en calificar tal regreso como «broma macabra».

La verdad es que habría esperado cualquier calificativo por parte de doña Pilar: que si proyecto descabellado, que si regreso al pasado, que si una batallita más del abuelo Cebolleta, pero ¿broma macabra? Una «broma macabra» es lo que le ocurrió en diciembre de 2009 a un menor de 16 años en un pueblo de Jaén, cuando unos jóvenes le introdujeran aire por el ano con un compresor de hinchar ruedas de camiones. La presión fue tal que le desplazó diversos órganos, debiendo ser trasladado al hospital para ser operado de una peritonitis en la membrana de la cavidad abdominal, teniendo además que serle extirpado el bazo y parte de los intestinos.

Si me apuran, broma macabra es lo que le sucedió a Joaquín Sabina cuando regresó el verano siguiente a aquel pueblo para dar un concierto, a cuyo final se puso a buscar su cara entre la gente, y no halló quien de ella le dijera ni media palabra. Sabiendo que después no había nadie detrás de la barra del otro verano, y en lugar del bar se encontró una sucursal del Banco Hispano Americano, eso si fue calificado como de «broma macabra».

Incluso, por ahondar en el asunto, «broma macabra» es que con el mandato de la actual regidora, Aguas de Jerez haya pasado de ser una empresa sana, a estar al borde de la quiebra a fuerza de saquear sus cuentas para poder pagar los enormes emolumentos y nóminas de asesores, allegados y plantilla sobre dimensionada.

Pero que doña Pilar denomine «broma macabra» al regreso del socio que la aupó al cargo de alcaldesa, arrebatándoselo a la anterior regidora, no parece de recibo porque, cuando uno se para a pensarlo detenidamente, a quien únicamente puede beneficiar tal regreso es precisamente al partido de doña Pilar, ya que Pacheco posiblemente obtendrá la mayoría de sus votos de quienes pensaban votar al Partido Popular.

Como incluso en estas fiestas se trata de ser lo más serios posibles, conviene recordar que a los pocos meses de empezar a gobernar en solitario, la alcaldesa hizo unas ilustrativas declaraciones donde dijo que en los cajones había encontrado papeles para llevar a muchos a la cárcel, entiendo que a Pacheco el primero. Desde estas mismas líneas le animé a poner el asunto en manos de la Fiscalía y, al no hacerlo, doña Pilar se hizo, no solo cómplice de la gestión del anterior gobierno municipal, sino corresponsable, para bien o para mal, de todo lo que en sus treinta años de gobierno hizo Pedro Pacheco, a quien ahora acusa de ser «broma macabra».

Así que bueno será aconsejar a nuestra regidora, en este inicio de año, que deje de mirar al pasado, pues ya van para seis años al frente de la Alcaldía; que deje de culpar a otros, pues hace ya casi ocho años que dejaron el cargo, y que se ponga de una vez a trabajar, no vaya a ser que al final sea ella la «broma macabra» a la que los ciudadanos tengamos que dar una patada en las próximas elecciones municipales para las que, ojito, no quedan ya ni cinco meses...