La palabra 'socorro' escrita en un coche cubierto de nieve. :: AFP Los viajeros intentan moverse en Nueva York arrastrando sus maletas sobre la nieve, en las aceras de la 7ª Avenida. :: REUTERS
MUNDO

Ira en EE UU por la gestión del temporal

Los afectados censuran la incapacidad de los servicios de emergencia ante una tormenta de nieve que Nueva York compara con el 11-S

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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A trancas y barrancas, noqueados todavía por una de las tormentas de nieve y viento más dañina de su historia, millones de ciudadanos de Nueva York y su inmensa área metropolitana viven al ritmo lento que permiten sus caóticas calles, intransitables en su mayoría tres días después del temporal. La sensación en una ciudad acostumbrada a sobrevivir a cualquier tipo de embate meteorológico es que muy pocos servicios esenciales han funcionado esta vez, si bien el grueso de las críticas no se han concentrado tanto en el colapso de líneas de metro, autopistas o aeropuertos producido en las horas posteriores a la nevada como en la respuesta del Ayuntamiento para restituir la normalidad.

En su defensa, el alcalde Michael Bloomberg ha dejado caer que la ciudad, que controla todos los servicios esenciales, no se había enfrentado a una crisis similar desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Con los cinco distritos de la capital en los que viven unos diez millones de personas haciendo aguas por todas partes, bomberos, policías y ambulancias se han visto desbordados por las situaciones de emergencia. «Desde el domingo esto ha sido una auténtica locura. Desde luego desde 2001 no habíamos vivido algo así, y lo más complicado ha venido después de la tormenta», señaló al diario 'Daily News' un bombero de Manhattan.

Pero la pesadilla que han padecido los servicios de emergencia a la hora de responder con celeridad a casos graves ha tenido poco que ver con su organización y capacidad de respuesta. El problema es que las máquinas quitanieves que en otras ocasiones han despejado las calles con relativa celeridad, también se han visto desbordadas por la virulencia del temporal y han sido incapaces de aclarar cientos de kilómetros de la red urbana. La paradoja, se quejan grupos vecinales, es que Bloomberg si que estuvo presto en enviar esa maquinaria a los barrios más pudientes -el regidor es bien conocido por dar prioridad siempre a las zonas donde los ciudadanos pagan más impuestos-, mientras que amplias áreas de Queens, Brooklyn o Staten Island se las han tenido que arreglar con palas y otras herramientas manuales para abrirse paso en medio de la nieve.

La muerte de una recién nacida en Brooklyn después que su madre diera a luz en un portal mientras esperaba la llegada de una ambulancia ha encendido el debate sobre la precariedad de la respuesta del Ayuntamiento. El bebé murió después de que el vehículo sanitario se demorara más de nueve horas en atender a la madre de 22 años. Nada funcionó bien en este caso. De entrada, los sanitarios tuvieron enormes dificultades para llegar al edificio en el que se había refugiado la chica cuando, en medio de la tormenta, se vio incapaz de llegar a pie a un hospital al que trató de acudir al darse cuenta de que estaba de parto. Cuando por fin se personaron los sanitarios y la Policía, la recién nacida estaba inconsciente: «Era imposible llegar. La calle no había sido despejada y no vino ninguna ayuda médica», se lamentaba la madre.

Sanitarios a pie

Los medios locales también relatan hoy otras tragedias relacionadas con el temporal como la de una mujer de Queens que esperó más de una hora y media a que una ambulancia llegara a atender a su madre, quien finalmente murió antes de ser atendida. «Los sanitarios llegaron andando al edificio abriéndose paso entre la nieve. Sólo reclamo al alcalde reconozca que se han producido víctimas mortales», exigió el senador estatal José Peralta.

En los tres aeropuertos que sirven a la ciudad de los rascacielos también se produjeron situaciones graves. En JFK, cerrado al tráfico durante más de un día, la reanudación de las operaciones fue tan caótica que algunos aviones permanecieron hasta once horas varados en pista con cientos de pasajeros en su interior. Al parecer, varias aeronaves aterrizaron en las pistas neoyorquinas y sus gestores no pudieron adjudicarles una puerta para el desembarque, lo que se tradujo en tortuosas esperas.