La Hoguera hace arder a la Bahía
Actualizado: GuardarLlevan años dando ruido sin darnos la paliza. Hay un grupo en Rota que se llama La Hoguera y que vuelve a hacer arder la Bahía con un disco tan fresco como rancio, pescado del día y atún en manteca, con ecos de sur, ya sea de cuarto de los cabales, de emisora americana o de esas radios del Estrecho por las que África invade Europa sin patera ni islotes del Perejil. Inma Mora presta su voz bicentenaria y le pone ganas a una formación en la que militan Ignacio Liaño, a la guitarra y mandolina, el toque y los coros de Manuel Martín-Arroyo, el bajo de su hermano Juan, que también suma su voz al resto del elenco, y la percusión latina del venezolano Marco Barroso.
Quizá el álbum, grabado en los estudios La Bodega de Jerez y que ha sido masterizado por el maestro Mario G. Alberni en su estudio de Kadifornia, se titula 'En un segundo' porque no es el primero. En 2007 ya se dieron a conocer con una primera grabación que supuso su presentación en sociedad. Ahora, suenan más maduros, pero al mismo tiempo más audaces. Flamenco de infusión dicen que es lo suyo, «tan lejos de los puristas como de los modernos».
Ecos de Ojos de Brujo, de los Delinqüentes, con brújula en los Pata Negra, Javier Ruibal -que se suma esta vez a su trupe- o Chico Ocaña y sus Mártires, pero mucho sello propio, una gran alevosía personal que cuenta en esta ocasión con cómplices tan indiscutibles como el tocaor Juan Diego -cuyo descomunal primer disco acaba milagrosamente de salir al mercado-, el escritor Luis García Montero o la contrabajista argentina Lila Horowitz.
Con esa música, arde el mar, que diría el poeta. Y cualquier local en donde los propietarios dejen entrar a su indiscutible directo. Hijos de aquellos desaparecidos huertos de Rafael Alberti y de tres mil años de ida y vuelta, no resulta extraño que en su repertorio discurran sombras tan ilustres como las de Los Beatles o Crosby, Still & Nash, en una insólita versión del 'Marrakech Express'. También suenan campanilleros, un no se qué de murga y tientos del Mayeto para explicar lo inexplicable, como uno puede ser de aquí y del resto del mundo, sin despeinarse. O como ellos, a la manera de otros pueblos nobles, eso de ser de Cádiz es tener como rh no tener rh, sin monopolios ni fronteras en la Carrera de Indias de los corazones globalizados. En ese disco nuevo, como en el anterior, hay un incendio musical que empieza por bulerías y termina en El Caribe. No estaría de más que pidieran un trozo de sus llamas en la carta que escriban a los Reyes Magos.