COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

ADIÓS, 2010

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En lo poco que queda del año nos da por coleccionar imágenes de lo que han sido los últimos doce meses. Ya sabe, dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque éstas sean palabra de Assange y pongan el mundo del revés. Por eso, alimentamos la memoria de fotos que nos recuerdan, parece, que el tiempo pasado no es más que eso, pasado. ¿Quién se acuerda del lanzamiento del Ipad, o de Michelle Obama comiéndose un helado por las calles de Granada? ¿Quién recordará que en el año que acaba se prohibieron los toros en Cataluña o que al pavo que nos representó en Eurovisión le salió un espontáneo entre las piernas? ¿Cuánto nos durará la euforia por haber ganado un Mundial de fútbol si necesitamos ver imágenes para recordar que tembló Haití dejando miles de cadáveres en las calles? ¿Quién se acuerda de que este año no sólo se cerró el espacio aéreo por culpa de los controladores, sino por una nube de ceniza que puso a Europa más negra de lo que la había dejado la presidencia española? ¿Quién llorará a los que se han ido y recibirá a los últimos valientes en llegar a un país en crisis? ¿Quién contará los euros que le quitaron de la nómina mientras colecciona números rojos? ¿A dónde se marcharon el trabajo y los brotes verdes? Lo hemos olvidado.

Sí. No somos dignos de un pasado mejor, pero una imagen bastará para sanarnos de tanta credulidad, de tanta expectativa falsa para los próximos doce meses. Ya no venden esperanzas para el año que viene, pero de algo tendremos que alimentarnos. Tal vez se resuelvan los dos grandes enigmas de la humanidad, qué será del Bicentenario y qué significa aquello de que Cádiz vuelva a ser Cádiz. ¿O es que ya no se acordaba del oráculo de Marta Meléndez? Feliz año nuevo.