El comercio privado florece en Cuba
El fuerte impulso al trabajo autónomo cambia la imagen de La Habana y llena las calles de pequeños negocios
LA HABANA. Actualizado: GuardarLa iniciativa privada está resultando una revolución dentro de la Revolución cubana. Vendedores de CD y DVD empiezan a compartir las aceras con quienes ofrecen cacerolas, exprimidores de limones y espumaderas de metal. Tampoco faltan los isleños que en plena calle se anuncian para arreglar colchones o limpiar bujías. Otros mejor pertrechados venden desde garajes y portales bocadillos rellenos de jamón y queso, croquetas, pasteles y zumos. Todo un floreciente abanico de emprendedores en su mayoría sin vinculación laboral con el Estado que buscan desarrollar legalmente negocios con la esperanza de que serán lucrativos.
Desde que en octubre se autorizó y amplió el ejercicio del llamado 'cuentapropismo', más de 100.000 personas han solicitado licencias para ejercer alguna de las 178 actividades permitidas y se han tramitado cerca de 45.000 permisos. Según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) recogidos por el diario 'Granma', órgano oficial del Partido Comunista, «entre los inscritos hay un predominio de personas desvinculadas (del Estado), en más de un 60%». La mayoría de los nuevos autónomos han pedido licencias de «elaboración y venta de alimentos», «comprador-vendedor de discos» y «productor-vendedor de artículos varios de uso en el hogar».
El diario oficial, lejos de quedarse en las frías estadísticas, llama al Gobierno seguir incentivando el empleo autónomo. Para ello, el rotativo apela a «desatar sobre la marcha los nudos de la burocracia que entorpecen la entrega expedita de licencias a los Trabajadores por Cuenta Propia (TPCP)». Si el presidente Raúl Castro decía días atrás la lapidaria frase de «o rectificamos o nos hundimos» y pedía a todos los cubanos un esfuerzo para asimilar los cambios, la engorrosa burocracia no podía quedar ajena.
Un artículo periodístico llegaba a definir los trámites administrativos como «una hidra pero no con miles de cabezas, sino con miles de nalgas». Idalmys Álvarez Mendive, subdirectora del Ministerio de Trabajo, sostiene que si en el país se habla de «actualización del modelo económico, no es ocioso actualizar nuestros modos de hacer las cosas». Para ello, su departamento intentará evitar papeleos a los solicitantes y erradicar así «las prácticas burocráticas que han caracterizado a otros trámites de la población».
El general Castro también admitió en su discurso del 18 de diciembre ante el Parlamento que la velocidad de los cambios no agradaba a todos. Insistió en marcarse sus propios plazos y enfatizó que «nadie debe llamarse a engaño» y el rumbo es «hacia el futuro socialista, ajustado a las condiciones de Cuba, no al pasado capitalista y neocolonial. La planificación y no el libre mercado será el rasgo distintivo de la economía y no se permitirá la concentración de la propiedad».
Pese a la advertencia, los cubanos no olvidan que desde que asumió definitivamente el Gobierno en febrero del 2008 pueden alojarse en hoteles, comprar teléfonos móviles, alquilar coches, adquirir ordenadores -sin acceso a Internet, todavía limitado a extranjeros y personas autorizadas- y electrodomésticos como microondas, ollas arroceras (el arroz es tan esencial en Cuba como el pan en España), y entregó en usufructo las tierras improductivas a particulares.
Liberalizar la vivienda
Ante estos cambios en el panorama económico, no es de extrañar que en Cuba buena parte de las conversaciones giren en torno al trabajo por cuenta propia, la «disponibilidad» (despidos), los impuestos, la Seguridad Social, el comercio mayorista y minorista o la obtención de créditos. Incluso, se especula con la posible liberalización de la compraventa de casas, otra de las muchas prohibiciones que llevan camino de desaparecer.
El acentuado cariz económico en el día a día de la isla se entiende porque el régimen ha anunciado el recorte de 500.000 puestos de trabajo -146.000 en empresas estatales y 351.000 funcionarios- en la primera mitad de 2011 para acabar con las plantillas hinchadas. Las estimaciones apuntan a que al menos 100.000 personas se pasarán a la iniciativa privada.