2010
Actualizado: GuardarFinaliza el año y todo parece pintar peor que hace doce meses. Pero, a veces, hace falta que pasen cosas muy malas para que las buenas salgan a relucir y, en el caso del Cádiz CF, muchos seguimos esperando que la marcha de Antonio Muñoz sea un hecho incontestable mientras el sainete que protagoniza Enrique Huguet nos depara lamentables capítulos.
Comenzábamos el año en Segunda A y unos meses más tarde volvemos a ese pozo al que nos siguen conduciendo tanta falta de profesionalidad y abuso de poder. El cadismo encara el invierno con la sensación de que algo se está gestando en sus bases más críticas porque la gente no es tonta o será que toda paciencia tiene su límite. Se trata de que un periodo de dictadura y manipulación sobre ciertos medios de comunicación y algunos entes públicos y privados dé paso a una etapa ilusionante en la que esta sociedad deportiva esté en manos de personas que no vengan a llenarse los bolsillos en tiempos de vacas gordas, al tiempo que se desentiendan de sus abusos cuando a la pelota le da por no entrar. El tiempo terminará por poner a cada uno en su sitio, aunque restan por llegar días difíciles en forma de prolongada agonía de un proyecto enmascarado que no conduce a ninguna parte. Por ahora, los poderes fácticos andan más preocupados por lo que dictarán las urnas el próximo mes de mayo y la libertad de expresión se ha convertido en un don tan preciado y escaso que en cuanto dices ciertas verdades eres tachado de anticadista o condenado al purgatorio de los foros. Ojalá que de la mano de Jose se repitan imágenes que parecen lejanas en el tiempo, pero que esta ciudad necesita recuperar con la misma rapidez que algunas bondades que se han ido quedando por el difícil tránsito de la crisis económica y de identidad en la que los gaditanos andamos metidos por culpa de algunos y de nuestra desidia.