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CERCO A RUBALCABA
Rajoy encarga una operación para 'desgastar ' al actual hombre fuerte del Gobierno y posible relevo de José Luis Rodríguez Zapatero«Si el PSOE quiere que Rubalcaba sea presidente que se lo pregunten a los españoles convocando elecciones»
Actualizado: Guardarel plácet de su jefe de filas para actuar con 'carta blanca'. ¿Su misión? Responder a cualquier intervención del vicepresidente primero. La portavoz del Grupo Parlamentario Popular ha tejido una red para que el presidente 'in pectore' pase las de Caín en el Congreso. La misión de González Pons es, sencillamente, dar la réplica en todo momento y en todo lugar a cualquier declaración o arenga proselitista rubricada por Rubalcaba.
Y todo ello, pese a que de puertas para fuera, la cúpula del PP refuta que la eclosión del vicepresidente primero haya perturbado su camino hacia La Moncloa. Sin micrófonos de por medio, varios dirigentes reconocen que, hoy por hoy, el mejor rival para Mariano Rajoy es un «desfondado» José Luis Rodríguez Zapatero al que conceden poca capacidad de reacción, sobre todo porque lo encuentran «muy tocado anímicamente». Rubalcaba ya sería «harina de otro costal».
El PP engrasa su maquinaria electoral con la vista puesta en las municipales y autonómicas que se disputarán dentro de poco más de cinco meses, pero sin dejar de mirar de reojo hacia el próximo otoño. Y es que los populares no descartan un adelanto de los comicios generales que se podría convocar, como fecha más plausible, los meses de octubre o noviembre de 2011.
Tratamiento eficaz
El 'efecto Rubalcaba', en cualquier caso, provoca hoy menos recelo que hace un mes. El tratamiento, que en las primeras semanas se antojaba inocuo, comienza a dar resultados, según destacan estas fuentes. «Las primera semanas parecía que no surtía efecto, pero al aplicarlo con tenacidad y sin reseullo comienza a dar sus frutos», enfatiza un miembro de la dirección nacional del PP.
Un análisis que los popes populares fundamentan en las prospecciones electorales publicadas en las semanas posteriores a la remodelación ministerial y que, sin excepción, muestras que la distancia entre el PP y el PSOE, lejos de menguar, crece. Una circunstancia que achacan al «desgaste» que provoca en Rubalcaba este marcaje sin tregua en el que se trufan reproches sobre su presente, no cesan de recordarle que es el vicepresidente primero del Gobierno que ha decretado «el mayor recorte social de la democracia», y sobre su pasado, para lo que no vacilan en recurrir a los GAL -porfían en que Rubalcaba siempre «negó» la guerra sucia contra ETA durante el mandato de Felipe González- o a la teoría conspiratoria de los atentados del 11-M, aunque sin profundizar mucho en esta herida.
Los populares, no obstante, confiensan que solo experimentarían un desasosiego real si el PSOE tuviese en la recámara a «un mirlo blanco», a un candidato «impoluto» y que pudiera distanciarse de las últimas decisiones de Zapatero. «Y ese, obviamente, nunca podría ser Rubalcaba», aclaran.
Dicho esto, Mariano Rajoy atesora la intención de mantener la misma dosis de antídoto para evitar correr cualquier tipo de riegos Lo que los Reyes Magos dejarán a Rubalcaba en la casa del PP no serán, precisamente, caramelos. Los populares mantendrán su toque a rebato para atacar en varias direcciones. Uno de estos ataques «preventivos» va encaminado a reprimir cualquier idea sobre hipotéticos relevos en La Moncloa. «Si el PSOE quiere que Rubalcaba sea presidente que se lo pregunten a los españoles convocando elecciones», advierten los dirigentes populares.
Si Sáenz de Santamaría y González Pons marcan la pauta, el resto de la orquesta popular coopera con distintas letras. Uno de los principales mantras que se recitan en casi todos los actos públicos de la formación de centro-derecha es que Rubalcaba es «más de lo mismo», un apéndice de Zapatero y, además, un reflejo a extinguir de la etapa de Felipe González. «A Rubalcaba le va a tocar enterrar el zapaterismo como le tocó enterrar el felipismo», declamó Arenas en un mitin.
Hiperactividad negativa
González Pons, en su papel de vicesecretario general de Comunicación del PP, suele dibujar a un Rubalcaba maquiavélico que antepone «sus ansias personales» a los intereses de España. Lo sitúa, además, en varias intrigas palaciegas. «Quiere dar lar impresión -apostilla el portavoz popular- de que ningún ministro trabaja y por eso él tiene que hacer de titular de Defensa, de Fomento, de Exteriores y hasta de Economía».
Una tesis sobre la que también abunda Sáenz de Santamaría cada vez que se enfrenta cara a cara con Rubalcaba en las sesiones de control al Gobierno que se celebran los miércoles de pleno. « A usted le gusta asumir cargos y muy poco asumir responsabilidades, y ese es el mensaje de su fracaso porque lo suyo no es un efecto sino una contradicción», le espetó hace pocas fechas la diputada popular al vicepresidente primero. Una hiperactividad que, según sostiene González Pons, redunda de forma negativa en la que a su juicio, debería ser la primera ocupación de Rubalcaba: guiar los designios del Ministerio del Interior. Como responsable de este área acumula 74 peticiones de comparecencia pendientes en el Parlamento. Según los datos del PP, solo ha comparecido siete veces y de ellas, solo tres a requerimiento de los grupos de la oposición. «Esos no son los datos de un ministro transparente y no son los datos de un ministro al que le gusta contar la verdad», sostiene González Pons que ha trazado paralelismo entre el número dos del Ejecutivo socialista y uno de los protagonistas de la afamada saga cinematográfica de 'La Guerra de las Galaxias': «A Rubalcaba le gusta caminar por el lado oscuro de la ley».
Una sombra de duda que intentan sembrar en sus intervenciones en la Cámara Baja cuatro paladines de Sáenz de Santamaría. Los diputados Ignacio Gil Lázaro, Rafael Hernando, Ignacio Cosido y Carlos Floriano. Un cuarteto dedicado en cuerpo y alma a buscar el talón de aquiles de Rubalcaba. Para ello se apoyan en cualquier información periodística que amerite alguna novedad sobre posibles conductas inadecuadas en algunos de los departamentos que controla el vicepresidente, sobre todo en la lucha contra ETA.
Uno de los flancos favoritos para desplegar este ataque es el denominado 'caso Faisán', investigación judicial que intenta esclarecer lo ocurrido el 4 de mayo de 2006, día en el que propietario del bar Faisán de San Sebastián habría recibido un chivatazo para que alertara a varios miembros de la red de extorsión de ETA de que iban a ser detenidos, lo que fustró finalmente la operación policial.
Más presión
Es cierto que el diputado Gil Lázaro lleva años interpelando a Rubalcaba sobre estas actuaciones que aún siguen bajo el secreto sumarial, pero esta presión se ha incrementado de manera notable desde que accedió a la Vicepresidencia primera. De hecho, Gil Lázaro presentó el es mes pasado en el Congreso 270 preguntas escritas que, a su juicio, configuran la base de las pesquisas que el propio Rubalcaba «debería haber ordenado para esclarecer ante la sociedad española un escándalo que supuso una traición al Estado de Derecho, a las víctimas del terrorismo y al esfuerzo admirable de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que desde hace muchos años se juegan la vida en su lucha contra los terroristas».
Pero los populares también han puesto el foco en otros procesos judiciales con cariz mediático como el 'caso Malaya', siempre a raíz de trabajos publicados en algunos medios de comunicación. En el primer pleno tras las vacaciones veraniegas, el PP exigirá a Rubalcaba que aclare si durante la instrucción de este macroproceso contra la corrupción urbanística en Marbella se «espió» a varios policías responsables de buena parte de la investigación porque «aparecía afectada una empresa de un familiar del Conde Pumpido, fiscal general del Estado».
Controladores
El número dos del Gobierno también deberá responder a otra cuestión planteada por este cuarteto popular sobre si el CNI «pinchó» los teléfonos a los controladores aereos los días previos y posteriores al acto de sabotaje que protagonizaron al abandonar en masa sus puestos de trabajo y paralizar, de esta manera, el espacio aéreo español.
Los populares buscan responsabilizar a Rubalcaba de cualquier falla en el Ejecutivo para abundar en su idea-fuerza de que el ministro del Interior se despreocupa de lo que le compete para volcarse en su «campaña» como sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero. No hay ninguna frontera.
El PP, por ejemplo, ya ha censurado al vicepresidente por distraerse en «viajes de promoción» -en alusión al que realizó recientemente a Afganistán, para felicitar la Navidad a las tropas españolas destinadas en este país asiático- y no centrarse en evitar que 71 mujeres hayan perdido la vida en lo que va de año, víctimas de la violencia de género.
El laboratorio popular no tardó en idear un antídoto para neutralizar el 'efecto Rubalcaba'. La remodelación del Gobierno que acometió José Luis Rodríguez Zapatero el pasado 20 de octubre provocó cierta convulsión en las plantas nobles de la sede de calle Génova. La crisis ministerial era más que previsible, pero lo que pilló con el pié cambiado a los populares fue su envergadura -preveían un par de relevos como mucho- y, sobre todo, el papel predominante que adquirió en el nuevo Ejecutivo el hasta entonces ministro del Interior, que era y es el político mejor valorado por los ciudadanos, según en las encuestas.
Nada de placebos. La peculiar antisepsia que elaboró el equipo de Mariano Rajoy fue una combinación de potentes fármacos con los que frenar cualquier atisbo de recuperación del PSOE en los sondeos de intención de voto.
El líder del PP encomendó la aplicación de este tratamiento a dos destacados miembros de la dirección nacional: Soraya Sáenz de Santamaría y Esteban González Pons, que recibieron