«El Gobierno debe ayudarnos a localizar a mi padre en Marruecos»
La familia del conocido comerciante se inclina más hacia la hipótesis de que nunca llegó a subirse al barco de regreso a España Francisco Javier Hijo del empresario José Quijada
CÁDIZ. Actualizado: GuardarUn día más sin saber de él y ya van seis desde que el sábado, a las cuatro de la tarde, la mujer de José Quijada Sánchez hablará por última vez con su esposo. Le llamó por teléfono para decirle que había cogido el ferry en Tarifa. Llegó a Tánger y al menos dos comerciantes de la medina vieja, a los que les compró género para su comercio, lo vieron en perfectas condiciones. Sin embargo, tras marcharse deprisa hacia el puerto nuevo de la ciudad marroquí, se le pierde la pista en el paso fronterizo. A la Policía Nacional le consta, como aparece reflejado en el control del día, que cruzó esa frontera el sábado por la noche. Es la única constancia que tienen. A partir de ahí solo quedan las hipótesis.
Uno de los hijos del dueño del Bazar Séneca, Francisco Javier, trataba de guardar la compostura ayer en el negocio familiar. No solo le preocupa el paradero de su padre sino el fuerte golpe que ha recibido su madre, «que lleva al lado de su marido toda la vida».
-La intuición de ella no falló y a las pocas horas de hablar con José ya sospechó que le había pasado algo, ¿no?
-Es que era muy raro que no telefoneara. Siempre que iba a Marruecos llamaba 40 veces para decirnos que estaba bien o para confirmar que no hacía falta comprar más mercancía. Telefoneó a mi madre el sábado a las cuatro cuando estaba en el barco y dos horas después, como no sabía nada de él, lo llamó ella. Solo escuchó el buzón de voz.
-¿Qué cree que le pudo ocurrir a su padre?
-Nos hemos puesto hasta en la peor de las situaciones. Pienso que le ha ocurrido algún percance o accidente y no subió al barco en Tánger.
-Sin embargo, la Policía portuaria marroquí le dijo a su hermano que sí había embarcado.
-Pero fue una confirmación verbal. También acudimos a los amigos que tenemos en el puerto de Algeciras y a ellos no les consta que desembarcara en España.
-¿Qué indagaciones hicieron?
-Preguntaron a las personas que habían trabajado esa noche y nadie había visto a mi padre. Y eso es extraño. Él lleva muchos años cruzando el Estrecho e importando mercancía. Por eso, cada vez que llega a Algeciras tiene que realizar trámites y con el paso del tiempo ha llegado a conocer a muchos trabajadores y guardias civiles destinados allí.
-¿Cómo se ha recibido la noticia en Marruecos? Al parecer, José tenía muchos conocidos allí.
-Imagínate viajar allí durante 40 años y gastar mucho dinero en comprar género. Cuando mi hermano se fue el lunes a buscar a mi padre, nada más llegar, uno de los proveedores llenó el tanque de gasolina y recorrieron toda la ciudad. Fueron también al puerto y al Consulado.
-¿Qué respuesta obtuvieron en la oficina española?
-Que al haber embarcado hacia Algeciras era un asunto que se escapaba de su competencia porque supuestamente era un ciudadano español que ya había salido de Marruecos.
-Pero ustedes se inclinan más por que José no abandonó el país.
-Sí, aunque la Policía lo tiene complicado porque no es lo mismo buscar aquí que allí, donde sabemos que las cosas funcionan como funcionan. El Gobierno debe ayudarnos a localizar a nuestro padre en Marruecos. Sin su apoyo, todo va a ser muy complicado y más ahora que las relaciones entre ambos países no están bien.
-¿Es posible que se haya desorientado en Tánger y se encuentre perdido?
-Lo dudo mucho porque mi padre conocía esa ciudad como la palma de su mano.
-Además de cruzar el Estrecho, ¿han realizado alguna averiguación más?
-Hemos revisado su cuenta bancaria pero desde el sábado por la mañana no se ha producido ningún movimiento. Sacó el dinero para comprar el género y nada más. Si alguien le ha robado, tampoco ha utilizado sus tarjetas.
-¿Llegó a adquirir mercancía?
-Sí. Una parte la cargó en su vehículo y otra la dejó apartada en uno de los comercios para recogerla en otro momento.
-Ese detalle alejaría aún más la idea de una desaparición voluntaria.
-No nos cabe en la cabeza. Mi padre cada vez que se quedaba en Marruecos avisaba. Lo ha hecho siempre, hiciera lo que hiciera. Nunca se ha marchado sin decir nada ni tampoco ha tenido episodios de pérdida de memoria.
-¿Qué consejos les da la Policía?
-La verdad es que no nos dicen mucho porque tampoco deben tener nada claro por ahora. Nos hemos puesto en lo peor, pero yo tengo que mantenerme firme. No quiero que mi madre me vea hundido.