QUIEREN
Actualizado: GuardarQuieren primavera, sol, churros, biquinis y puchero. Quieren levantarse una mañana con la vida por delante y que echen una de vaqueros en el momento exacto en el que entra la niebla del sueño en el sofá. Quieren parar los atardeceres y que se les haga de día sin permiso. Quitarse la ropa, levantar los brazos, tomar aire, hinchar el pecho, saltar desde una roca y nadar en el agua helada sesenta brazas de ida y otras sesenta de vuelta. Quieren que piquen, que pegue el sol, que caliente y que no abrase. Quieren el Poniente para refrescar y el Levante que les seque la ropa. Que amanezca pronto, que anochezca tarde, que nadie se tenga que ir y que nadie venga a molestar.
Que ella les mire y que se deje mirar. Volar sin control, despegar en Cádiz, aterrizar en Nueva York, dormirse en La Habana, despertar en París, cenar ópera y merendarse un buen cuplé. Quieren juguetes, camisetas, zapatos, poesía, gayumbos, papas con chocos y teléfonos de última generación. Quieren un buen piso en el centro y un campito en las afueras, un beso en los morros, un trabajo en el que realizarse, mil quinientos al mes y ocho horitas justas. Quieren tomarse diez y que no haya ruido en la calle, doblarla lo justo, más de un mes de vacaciones, una chica que les haga sentirse un héroe, que gane su equipo y triunfe su chirigota. Que cuando pasan por el puente, las gaviotas amolden su rumbo y su velocidad a la de su coche y naveguen sobre las corrientes de aire a un metro y medio exacto de su ventanilla. Lo quieren y yo lo quiero, como si tener casa, comida y techo, como si vivir fuera un derecho. Y no lo es, porque no hay. No pueden ser y además es imposible. Al menos, de momento. Y lo saben.