Editorial

Electricidad por las nubes

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Después de la subasta celebrada el martes para fijar los precios que se aplican a los pequeños consumidores, se nos avisa de que el precio de la electricidad doméstica podría subir un 10% a principios de año. Y eso que el recibo de la luz subió el 2,67% en enero y el 4,8% en octubre, además de los dos puntos del IVA. El consumidor perplejo que pretenda informarse de por qué sube la electricidad cada tres meses difícilmente lo deducirá del relato periodístico, que no tiene más remedio que compendiar la extrema complejidad de un modelo que parece ideado para eludir la transparencia y envolver al usuario en un enredo inextricable. Porque lo paradójico es que, pese a esta carrera al alza y por el llamado déficit tarifario, las eléctricas aseguran estar al borde de la ruina. Es patente que hay en este asunto responsabilidades gubernamentales antiguas y no tan antiguas, una reiterada y grave dejación electoralista por la que no se subieron las tarifas cuando procedía. Pero no parece que la actual coyuntura sea la más adecuada para ajustar cuentas con el pasado. De modo que algo habrá que hacer para no estrangular aún más a las deprimidas economías modestas.