Los espacios libres y los jardines de Astilleros: del proyecto de iglesia al barrizal
Los coches invaden a diario una zona ajardinada hasta destrozarla sin ser retirados por la grúa municipal ni multados
CÁDIZ. Actualizado: GuardarEn la ciudad sin suelo quedan terrenos sin uso. Y, al parecer, sin ley. Incluso en una zona presuntamente privilegiada, en el barrio más joven de Cádiz, al pie de la futura conexión con la Península. Apenas a unos metros de esa unión con el segundo puente, sigue sin uso el espacio que el Ayuntamiento anunció que cedería al Obispado para la construcción de una iglesia. Los vecinos del barrio se oponen. Aseguran, según sus datos, el 77% de los residentes en la zona prefiere otros usos. Incluso anunciaron, el 2 de noviembre, su intención de acudir hasta los tribunales para impedirlo. Han transmitido a la Alcaldía su rechazo y han alegado al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en el mismo sentido: no quieren la iglesia ahí. El Ayuntamiento, ante el plante, ha decidido enfriar el proyecto. Ni lo defiende ni lo descarta. El terreno, en la calle América, se ha quedado sin aparente uso futuro.
Los coches voraces
La indefinición parece contagiarse al entorno. El espacio colindante a la incierta iglesia, la confluencia con la avenida de Las Cortes, se ha convertido en un aparcamiento incontrolado que ha devorado una zona ajardinada tras saltar aceras. Una vez iniciadas las obras en la Casa de las Artes el pasado julio, junto a El Corte Inglés, el estacionamiento en superficie y gratuito escasea en el entorno. Hasta el punto de tragarse pequeñas zonas verdes en un barrio que espera parque desde 2002. La invasión automovilística de este espacio, ajardinado hasta septiembre, ha sido progresiva pero ya se ha vuelto generalizada. Actualmente, cada día, hasta tres decenas de coches ocupan el espacio. Los neumáticos han dejado un fangal que llega a enterrar la mitad de las ruedas de los automóviles que lo invaden.
La asociación de vecinos aseguran que la grúa municipal trató de actuar alguna vez, pero se quedó atascada. Varios automovilistas han tenido que recurrir a una grúa particular para sacar su coche de una mancha de barro que se extiende cada día alrededor. Al estar rodeado de aceras, los vehículos suben y bajan del terreno por el paso de cebra de la calle América, que usan como rampa de entrada y salida. Los peatones tienen que apartarse. El trasiego de coches por los bordillos es constante.
La asociación de vecinos de Astilleros, a través de su presidente, Luis Arenal, admite que la situación es «una vergüenza» y que genera «destrozos», aunque la justifica con «la falta de aparcamientos y equipamientos en un barrio en el que los vecinos pagamos como si fuera de lujo, pero sin recibir servicios». En cualquier caso, no consta protesta formal de este colectivo, ni el Ayuntamiento trata de impedir el aparcamiento ilegal. Durante los últimos meses, ninguno de los automóviles que a diario invade ese terreno resulta multado, ni se han dado más intentos de retiradas del servicio municipal de grúa.
Mientras, los peatones han perdido una zona de paso y paseo, mientras los clientes del mayor centro comercial de la ciudad encuentran un lodazal frente a la entrada.