Varios políticos se pelean tras la decisión de la cámara :: REUTERS
MUNDO

La política como un patio de colegio

El Parlamento italiano vuelve a tocar fondo con un espectáculo delirante

ROMA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No por ser ya habitual tienen que pasar por normales en un país europeo escenas que se suelen ver en la tele en pintorescos hemiciclos de países exóticos. El Parlamento italiano vivió ayer otra jornada inolvidable de gritos, peleas, gestos obscenos, pataleos, cánticos, chaqueteros con cara de cemento armado, traiciones de opereta y una tropa de personajes inenarrables. En una atmósfera caótica y bulliciosa de patio de colegio, imbuida en un espíritu infantil, de ultras de estadio, con gente que va y viene constantemente, que berrea en las escaleras, con los conserjes corriendo de aquí para allá a separar a sus señorías, que se pelean subiéndose en las mesas. Como siempre, todo grave, pero nada serio.

Fue memorable Maurizio Gasparri, ex-fascista y hombre de Fini de toda la vida que cuando éste rompió con Berlusconi prefirió quedarse. El 'Cavaliere' entró ayer en la cámara y al cabo de un rato Gasparri se había cambiado la suya a todo correr para ponerse una igual, como la del jefe. Pero mejor fue el final: cuando Fini, su líder de toda la vida, perdió la votación, Gasparri le sacó un dedo con todas sus ganas. La victoria berlusconiana fue saludada por los suyos con banderas de Italia y el himno nacional, junto a coros contra Fini para que dimita como presidente de la cámara. Entre estos dos momentos pasó de todo.

Como se temía, el hilarante trío de tránsfugas Scilipoti-Calearo-Cesario, unidos en un rimbombante Movimiento de Responsabilidad Nacional, fue determinante. Se presentaron el jueves con una misma corbata como principal y único elemento de cohesión, pues cada uno pensaba una cosa distinta. Uno quería abstenerse, otro votar a favor y otro en contra. Sólo anunciaron que para la moción intentarían votar lo mismo, pero mantuvieron el suspense hasta el final. Incluso en la declaración de voto de ayer, Scilipoti sólo adelantó «una decisión dolorosa, pero revolucionaria» que iban a «entregar para la Historia», pero no dijo cuál. La Historia tuvo que esperar hasta al final para saber lo que se imaginaba, que votaban a Berlusconi. Calearo añadió que ya sólo estaba en el Parlamento para divertirse.

El momento más tenso fue tras el voto por sorpresa a favor del 'Cavaliere' de una diputada de Fini, Catia Polidori. Fue digno de verse. Se vota pasando bajo el estrado, una especie de túnel de la verdad donde todos tienen que quitarse la máscara tras meses de devaneos, y se dice sí o no. Polidori pasó como una flecha sin pararse mientras la turba de diputados berlusconianos del final del pasillo la acogía en sus brazos entre gritos de alegría. Se lanzaron para escoltarla fuera de la cámara, rodeados de los insultos de sus colegas traicionados, que llegaron a las manos con los de la Liga Norte. Otro chaquetero, Antonio Razzi, famoso porque prometieron pagarle la hipoteca, también fue rodeado por un cordón de seguridad de sus nuevos amigos. Polidori, Razzi, Scilipoti y demás tránsfugas pasaron luego un momentito por el despacho de Berlusconi.