ESPAÑA

La crisis aeroportuaria, un oportuno banco de pruebas

El vicepresidente disimula y afirma que está ya de «salida» de la actividad pública pero aún no ha descartado ser el delfín socialista

MADRID. Actualizado: Guardar
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La crisis de los controladores aéreos que se desató el 3 de diciembre proporcionó al Gobierno un banco de pruebas de lo que pueden ser los últimos meses de esta legislatura si José Luis Rodríguez Zapatero no es el candidato socialista en 2012. Alfredo Pérez Rubalcaba tomó la batuta del Ejecutivo ante la opinión pública y fue la cara visible que anunció las drásticas medidas, mientras el presidente pasó a un discreto segundo plano del que no salió hasta seis días después de la revuelta en los aeropuertos.

No fue una decisión casual. Hasta que decidió prescindir de María Teresa Fernández de la Vega y dotar a su gabinete de mayor peso político, el jefe del Ejecutivo se las pintaba solo para salir a todos los ruedos a pecho descubierto. En el PSOE siempre le echaron en cara que se quemara innecesariamente, que no repartiera más juego entre los ministros, que no se protegiera. Pero así entendió siempre José Luis Rodríguez Zapatero que había que ejercer el liderazgo.

Fue ese modo de actuar el que llevó a no pocos socialistas a defender durante meses que si Zapatero no se presentaba a las próximas generales estarían perdidos porque el PSOE carecía de relevo. Ahora nadie lo piensa. Y en el entorno más cercano a Zapatero, en el Palacio de la Moncloa, afirman que eso es precisamente lo que pretendió el jefe del Ejecutivo con su última remodelación gubernamental.

La salida

El vicepresidente, mientras, hace como si el frufrú de comentarios en voz baja sobre su futuro no fuera con él. Es más, esta misma semana volvió a asegurar que piensa en «la salida» de la actividad pública «desde hace tiempo» y que corre «los últimos metros» de su carrera política. Claro que a continuación precisó que una cosa son los planes de uno y «otra cosa distinta es que te toque seguir» porque te lo pide el partido o alguien con mucho ascendiente. La historia de siempre.

Cuando se dedicaba en exclusiva al Ministerio del Interior, decía a todo el que quería escucharle que sus ambiciones estaban colmadas, que ya estaba de vuelta y que el día del adiós a la política estaba a la vuelta de la esquina. Alegaba razones de todo tipo, personales, familiares y hasta políticas. Recordaba su dilatada trayectoria, que arranca de los años ochenta en el Ministerio de Educación.

Pero a la hora de la verdad, nunca ha sabido decir que no: ni cuando tras ganar las elecciones de 2008 Zapatero le pidió que siguiera al frente de las fuerzas de seguridad del Estado ni cuando el pasado octubre le ofreció ser vicepresidente primero; una responsabilidad que, a decir de muchos en su partido, siempre deseó. Quienes le conocen de cerca sostienen que ahora ocurrirá lo mismo y si el PSOE, con la anuencia del presidente del Gobierno, piensa en él como el sucesor no opondrá resistencia. «Es un animal político las 24 horas del día y no sabe hacer otra cosa», comenta un compañero suyo en la ejecutiva federal del partido que, como muchos otros, está seguro de que dará un paso al frente si recibe la oferta de ser el candidato en 2012.

Lo cierto es que en su primera rueda de prensa como vicepresidente y ministro portavoz, no hizo ascos a la posibilidad de ser cartel electoral del PSOE. Pudo haber zanjado la cuestión de un solo plumazo descartándose como delfín -algo que siempre ha hecho, si bien con la boca pequeña, José Blanco- pero, en cambio, optó por pegar una patada hacia delante a la espinosa pregunta. «No es el momento, ni el lugar -dijo desde la mesa de ruedas de prensa de la sede del Ejecutivo-; el lugar es la sede del PSOE y el momento será cuando el presidente del Gobierno quiera».