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China amordaza la entrega del Nobel de la Paz a Liu Xiabo
Pekín bloquea toda la información sobre el acto celebrado en Oslo para evitar cualquier apoyo al disidente premiado
SHANGHAI. Actualizado: Guardar«Liu Xiaobo ha intentado por todos los medios boicotear el desarrollo y la estabilidad de China (.) Esperamos que su país se abstenga de acudir a cualquier actividad dirigida a la consecución de estos objetivos». Sin duda, los diplomáticos chinos han sacado la artillería pesada para tratar de reducir el impacto del Premio Nobel de la Paz que ayer no se le pudo entregar ni a Liu Xiaobo, el galardonado que cumple 11 años de cárcel por «subversión al Estado», ni a ninguno de sus familiares más allegados. Las cartas enviadas a las diferentes embajadas de Oslo reflejan la furia que el premio ha provocado en Pekín, que también quedó patente anoche en el comunicado hecho público por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Los dirigentes comunistas calificaron el Nobel de «una farsa contra China, similar a las que fabrican las sectas». En su editorial, el 'Global Times' criticó la visión «estereotipada y falsa» que dibujan los occidentales, cuyo pensamiento político está «fosilizado». No obstante, estas ruidosas quejas fuera de sus fronteras se convierten en un silencio sepulcral dentro de China. La mayoría de sus 1.350 millones de habitantes desconoce quién es el disidente político Liu Xiaobo y más aún que ha sido galardonado en Noruega.
Y seguirán sin saberlo, porque ayer los censores chinos hicieron horas extra para silenciar las páginas web y los medios de comunicación que daban cuenta de la noticia. De hecho, el portal de los Nobel fue víctima de un ciberataque, las páginas de la televisión noruega NRK y del canal británico BBC estaban bloqueadas y la retransmisión de la estadounidense CNN quedaba en negro cada vez que se mencionaba la ceremonia de entrega del premio.
Campaña de acoso
A su vez, los disidentes políticos en libertad sufrieron una campaña de acoso más intensa que de costumbre para asegurarse que la mordaza no se aflojaba. Liu Xia, la mujer de Liu Xiaobo, continúa bajo arresto domiciliario mientras que otros destacados activistas fueron arrestados. Es el caso de Zhang Zuhua, otro de los impulsores de la 'Carta 08', el texto en el que se pide la democracia pluripartidista para China y que ha sido el detonante de la condena a Liu.
Ni siquiera los abogados de Liu obtuvieron permiso para hacer declaraciones a la prensa y la paranoia de las autoridades ha llegado hasta el punto de que hace unos días decidieron prohibir la salida del país de Ai Weiwei, artista multidisciplinar muy crítico con el Gobierno, que iba a participar en un congreso de arte en Corea del Sur. Temían que pudiera presentarse en Oslo. No obstante, el abogado de otro destacado disidente, Hu Jia, sí que decidió dar su opinión. «En China existen diferentes fuerzas y desde la concesión del premio a Liu la más agresiva ha ocupado el control, mientras que la más sensata, más legislativa, representada por Hu Jintao y Wen Jiabao, ha perdido voz», aseguró Li Jinsong.
Aunque China ha conseguido mantener en la ignorancia a su población, no ha tenido el éxito que esperaba a la hora de amedrentar a la comunidad internacional. Ni siquiera el recién estrenado título de 'superpotencia' ha servido. Hasta ayer se esperaba que 18 países, además del gigante asiático, declinaran la invitación para acudir a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz. Pero finalmente solo 16 -entre ellos aliados económicos y políticos como Rusia, Irán, Irak, Cuba y Venezuela- decidieron dar la espalda al galardón.
Unos, como India, estuvieron presentes a pesar de que recibirán en breve una visita de estado del primer ministro chino. Otros, aunque ausentes, dejaron bien clara su posición: Barack Obama, el anterior galardonado, volvió a pedir la liberación de Liu Xiaobo, una exigencia a la que se sumó su homónimo taiwanés, Ma Ying-jeou, a pesar de las buenas relaciones que actualmente tiene la isla con China. Curiosamente, Lien Chan, presidente honorario del Kuomintang, el partido político que dirige Ma y que combatió a Mao Zedong en la guerra civil, ha sido el primer ganador del Premio Confucio de la Paz, una iniciativa surgida en China para servir de alternativa al Nobel.
Serbia, otro de los países que anunció su ausencia, decidió dar marcha atrás a la negativa inicial y enviar a un cargo inferior al de embajador para contentar a la Unión Europea y no dañar las relaciones con uno de sus socios bilaterales más importantes. «China es uno de los cuatro pilares de nuestra política exterior», aseguró el ministro de Exteriores serbio, Vuk Jeremic.
La esperanza de Suu Kyi
Ahora la incógnita reside en la reacción de China más allá de las palabras. Los analistas no se ponen de acuerdo. El presidente del Comité del Nobel, Thorbjorn Jagland, está convencido de que el premio ayudará a impulsar las reformas políticas en China, una opinión que comparte el abogado Li Jingsong. «Es seguro que Liu Xiaobo no va a cumplir 11 años en la cárcel, el cambio democrático de China no va a necesitar todo ese tiempo», aseguró.
La liberación de Aung San Suu Kyi en Birmania, otra de las personas honradas con el Nobel de la Paz que todavía no ha podido ir a recogerlo, también ha dado esperanza a quienes consideran que la presión internacional será determinante para que Liu Xiabo sea liberado antes de cumplir íntegramente su condena.