MUNDO

Una red de prisiones «degradante y cruel»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A pesar de ser el único país sudamericano representado en la OCDE, Chile es uno de los estados más atrasados en sistemas carcelarios. Una visita hecha por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2008 había corroborado ya que en este país se observa «un nivel de hacinamiento pocas veces visto en la región». También denunciaba malos tratos, condiciones de insalubridad extremas y servicios precarios de higiene y agua potable.

Un año después de aquella visita, la situación lejos de mejorar parecía haber empeorado. Según el informe de la fiscal Mónica Maldonado, enviada por la Corte Suprema de Justicia para cambiar el estado de los penales y la atención a los reclusos, las condiciones eran «deplorables». La funcionaria señalaba que el trato era «inhumano, degradante y cruel» y también advertía sobre el nivel de hacinamiento de los presos.

La fiscal había sido enviada a recorrer las cárceles tras un choque entre internos que derivó en un incendio y la muerte de diez de los reos de la prisión Colina II. Pero de poco sirvió el trágico antecedente. Maldonado señaló entonces que la crisis era consecuencia de la explosión de población en los penales. De los 38.000 internos que había en 2003 en las cárceles chilenas se pasó a 53.500 en 2009 y en algunos centros los presos multiplicaban por tres la capacidad de las prisiones. «En una misma celda pueden amontonarse hasta quince reclusos acusados por diferentes delitos, sin ventilación ni luz ni servicios», precisaba Maldonado en su informe.

La cárcel de San Miguel, en Santiago, es uno de estos establecimientos penitenciarios desbordados por los presos. Aloja a 1.900 detenidos pese a que su capacidad no supera las 1.100 plazas. Las camas están casi pegadas y los choques entre bandas son frecuentes. A raíz de esta tragedia, algunos de los internos denunciaban a través de sus móviles que los gendarmes les golpearon durante el incendio antes de ser evacuados, que no tenían agua y que la enfermería carecía de material básico para atender a los heridos.