COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN

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Si es usted de los que espera que el almanaque le diga con qué ánimo vestirse cada mañana, está hoy de enhorabuena. Si es usted de los que con las primeras gotas de lluvia anda diseñando un arca para el diluvio, o si es usted de los que con los primeros fríos se coloca el abrigo y saca las mantas del altillo, o si es usted de los que en mayo luce un moreno de escándalo o de los que el miércoles de carnaval se pone a quemar incienso por las esquinas, sabrá de lo que estoy hablando.

Hoy, como marca la tradición de los noveleros, comienza la Navidad. Así que a esta hora es muy posible que haya sacado del baúl todas las cajas que encierran los buenos deseos para adornar su vida, y las felicitaciones, y las nostalgias, y las ternuras que depositó usted en el último rincón de la casa tal y como pasaron los Reyes Magos, porque ya los tangos venían dándole pellizcos en las venas. Por eso ahora, porque ya toca, anda usted elaborando el nuevo diccionario con el que se entenderá durante los próximos treinta días, donde no tienen sitio los wikileads, ni las multas al Real Madrid, ni el nomundial, ni las elecciones en Cataluña, ni las primas de riesgo. Un diccionario donde la hipocresía no es algo abstracto, sino tan concreto que se puede ver, oler, oír y hasta tocar.

Pero a usted, confiéselo, no le molesta, porque de algo hay que vivir. Ya volveremos a hablar de la crisis, ahora no. Porque si algo nos ha enseñado la mala situación económica y social es a bailar al son que nos tocan, a improvisar, que si es con barba, San Antón, y si no, la Purísima Concepción. Disfrútelo.