ESPAÑA

La cantera de Rajoy triunfa en las urnas

El dirigente popular comenzó hace dos años la difícil y delicada renovación territorial del partido Galicia, País Vasco y Cataluña refrendan con votos la apuesta del líder del PP

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy, y eso no hace falta que lo narre Wikileaks, pasó las de Caín en la víspera del cónclave que su partido celebró en junio 2008. Cuestionado por haber perdido meses antes sus segundas elecciones generales frente a José Luis Rodríguez Zapatero, el líder del PP esquivó puñales e improperios. Sus críticos amagaron, incluso, con presentar una candidatura alternativa al congreso. Finalmente, el riesgo de un cisma que dividiera para siempre a la derecha española frenó el despropósito.

Pese a recibir el 82, 7% de los votos de los compromisarios populares, su triunfo fue el más exiguo en la historia de los congresos populares. Valencia, por lo tanto, fue para Rajoy una de esas experiencias que marcan a cualquier persona.

Convencido, tanto entonces como ahora, de que añorar el pasado conduce a la derrota, inició en Valencia una profunda renovación muy contestada por los sectores más conservadores del PP, que temieron perder cuota de poder en la organización. Ayudó a crear esta sensación el golpe de efecto que supusieron los nombramientos de María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría como secretaria general y portavoz parlamentaria, respectivamente. «Inexpertas» fue el descalificativo más piadoso que le dedicaron algunos de sus compañeros de fila.

Rajoy fue más allá y plantó cara a determinadas 'familias' populares que dominaban comunidades clave para lograr que a la tercera fuera su vencida y conquistar, finalmente, la Moncloa.

Desde 2008 hasta ahora, ha quedado constatado que su hoja de ruta escondía relevos en Galicia y Cataluña y Extremadura. La inercia de los acontecimientos -controversia con María San Gil, casos de corrupción en la etapa de Jaume Matas y ruptura con UPN- llevó a implantar su 'renovación tranquila' en el País Vasco, Baleares y Navarra. Los elegidos, una cuadrilla de expertos y formados treintañeros y cuarentones.

Durante meses barajó los pros y los contras de emprender una operación similar en Valencia. Al final, empujó sus ganas al fondo de un repleto armario de dudas confiando en que los populares valencianos no tengan que esconder ninguna prenda más que haga saltar todo por los aires.

«Deja que se estrelle», mascullaron sus rivales. Pero las primeras alegrías llegaron en 2009 con la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo y con el hito, protagonizado por Antonio Basagoiti, de convertir al PP en la fuerza determinante para formar gobierno en el País Vasco.

La cantera de Rajoy, lejos de apagarse, continúa dando frutos, como los 18 parlamentarios catalanes que arañó Alicia Sánchez Camacho el 28-N en plena marea de cambio nacionalista que capitalizó CiU. Mariano Rajoy utilizó la semana pasada, durante la junta directiva nacional del PP, esta percha para transmitir un cable con sabor a esa plato tan socorrido que se suele servir frío. «A la luz de las convocatorias electorales que se han producido -explicó el líder del PP- creo que debemos mantener la línea que hemos mantenido a lo largo de estos dos años y medio».

Las alusiones a Núñez Feijóo, Basagoiti y Sánchez Camacho no cesaron durante su intervención ante la cúpula popular: «Era la primera vez que se presentaban y, por tanto, ha quedado demostrado que los cambios que se plantearon eran unos cambios que han sido útiles, necesarios y han funcionado bien».

La estrella gallega

El mandatario popular remachó su discurso refrendando su viraje al centro -que también inició en el congreso de Valencia-. «De lo que se trata es de convencer a más españoles de que las ideas y principios que defiende el PP son buenos para ellos y para el conjunto de España. Y de lo que se trata también es de ir adaptando nuestro proyecto y nuestro programa a lo que está ocurriendo en el mundo, en España y en la propia sociedad española».

Hay quien sostiene que una derrota de Alberto Núñez Feijóo en 2009 hubiera comprometido la continuidad de Rajoy al frente de la nave popular. La mayoría absoluta ancló al dirigente.

El presidente gallego vivió todo el proceso en primera persona. «No fue nada fácil», comenta al recordar el congreso de los populares gallegos donde se hizo con el mando. La dificultad radicó, principalmente, en que se presentaron cuatro candidatos. «Un congreso abierto y de alta participación, donde triunfó la democracia interna», recalca. Abunda en que pruebas similares, aunque con particularidades distintas, tuvieron que pasar Antonio Basagoiti y Alicia Sánchez Camacho. Todo comenzó con la ardua cita de Valencia, en 2008.

Feijóo confiesa que Rajoy era consciente de que en ese imprevisible examen se jugaba ir «moldeando» el partido para adecuarlo al presente. «Una nueva etapa, no rupturista, pero sí una nueva etapa», apostilla. Feijóo pone el acento en que Rajoy adoptó la decisión de centrar y renovar el partido «en el ámbito de su responsabilidad y, en consecuencia, con posibilidades de acertar o equivocarse». En su opinión, los procesos electorales en Galicia País Vasco y Cataluña han dejado claro que el líder del PP «decidió en la línea de acierto».

El mandatario gallego, sin olvidar que los populares le deben mucho al esfuerzo de personas como Manuel Fraga o José María Aznar, enfatiza que el PP es, hoy por hoy, «un partido renovado». Y lo es, según Feijóo, porque así lo exige la propia filosofía reformista de esta formación. Feijóo y Rajoy comparten un mismo argumentario, sobre todo a la hora de reseñar que el PP «caben todos». Elude el debate ideológico porque entiende que la clave es que cada vez más españoles, de distintas sensibilidades, opinan que «la política económica socialista del bienestar» tuvo su época.

La irrupción de Antonio Basagoiti en la primera línea de mando del PP vasco fue igualmente engorrosa. La chispa saltó en el referido Congreso de Valencia de 2008. La entonces presidenta, María San Gil, rompió de forma inopinada su relación con Mariano Rajoy por el contenido la ponencia política donde, a su juicio, se «modulaba» el mensaje popular para ganar la simpatía de electores «con sensibilidad nacionalista». Basagoiti, al que recurrió Rajoy para sustituir a San Gil, logró el doble éxito de aumentar los apoyos en las urnas y de cerrar un acuerdo con el PSOE que permitió investir al primer 'lehendakari' no nacionalista del País Vasco. «Rajoy ha demostrado que es un hombre que sortea toda las dificultades y ha superado un campo lleno de minas hasta llegar hasta aquí», defiende.

Una guerra de guerrillas que no solo achaca a cuestiones internas, sino a que «Zapatero empezó en 2004 una operación de acoso y derribo contra el PP». El elogio que más dedica a Rajoy es que «soluciona conflictos». Una cualidad que, en su opinión, lo convierten en un buen líder sin necesidad de ser «el que más alto hable en los medios de comunicación».

Al igual que Feijóo y Sánchez Camacho, niega que se pueda hablar de un nuevo PP: «El éxito de nuestro partido es tener un buen banquillo y un proyecto amplio, donde caben personas más conservadoras y personas más de centro». Basagoiti, en definitiva, pone en valor que Rajoy ha logrado hacer evolucionar al PP «al ritmo de la sociedad española».