Mañana concluirán cinco días de venta a cargo de los cofrades del Nazareno
JEREZ. Actualizado: GuardarSi, además de los efectos de la crisis, la notable reducción de las ventas de la repostería de nuestros conventos se debiera a que, de un tiempo a esta parte, las nuevas generaciones hubieran perdido la referencia de calidad y buenos precios que ofertan las religiosas, aún queda algún otro lugar más público en el que encontrar toda esta producción. La propia Diputación avaló en su día una iniciativa de este tipo en favor de todos los conventos de la provincia dedicados a la elaboración de dulces. Hoy en día, aún resta en Jerez una acción que convierte en escaparate bien situado las instalaciones de la Hermandad de Jesús Nazareno en la capilla de San Juan de Letrán.
Desde el pasado sábado y hasta mañana, día de la Inmaculada, tienen a la venta tanto productos de las agustinas de Santa María de Gracia como los de los otros dos dedicados a la repostería en la ciudad, ambos de monjas clarisas -en calle Barja y en Madre de Dios-, así como las mermeladas de las Hermanas de Belén. Este año cumplen la tercera edición de esta iniciativa que en 2009 les permitió ayudar a las monjas con ventas que llegaron a superar los 5.000 euros. Algo es algo.
Calidad y buenos precios
Echar un vistazo a cualquiera de las listas de productos es, amén de comprobar la calidad de estas labores artesanales, sorprenderse con precios muy buenos. Las agustinas, por ejemplo, ofrecen mantecados de vainilla, chocolate o canela a 13 euros el kilo, los de almendra como las yemas de coco a 15 euros; barras de mazapán, amarguillos y pescados de mazapán relleno de fruta a 16 euros, figuritas de mazapán a 18 euros, peritas y damasquitos de almendra a 22 euros, como las nevaditas o los pastelillos de bienmesabe, corderos de fruta cubiertos de almendra en lascas con cabeza y patas de mazapán a 28 euros y pastas de mantequilla y magdalenas de mantequilla o aceite a 13 euros el kilo.
La lista es un suma y sigue de delicadezas de dulce sabor que uno imagina realizadas con el mimo con el que la propia vida de la clausura de los conventos permite. Tiempo es lo que sobra, pero este año no quieren que ocurra lo mismo con el resultado de su esfuerzo y esperan que se venda todo.