Con lo d'alante p'atrás
Actualizado: GuardarEl estribillo de una sabrosa isa, lindura del folclore canario, reza así: «Me dises, me dises, que sabes coser,/me dises, me dises, que sabes bordar;/ me hisiste, me hisiste unos calzoncillos/ con lo d'alante p'atrás.». No siendo mi intención ofuscar mis ideas, y las de ustedes, con interpretaciones geográficas, erógenas o escatológicas, utilizándolas como alegoría, como parábola, esta cándida letrilla va a servirnos para entender que todos los errores cometidos por Europa y por la Civilización Occidental como lógica extensión, se basan en la obstinación de colocar detrás lo que debe ir delante. Esta conculcación espacial ya se analizaba en 1927, dos años antes de la Gran Depresión, en 'La rebelión de las masas', de Ortega y Gasset: Europa situaba detrás de todo a la moral, pudiendo decirse que ésta la había perdido por dislocación, por postergación. Anteponer los derechos a los deberes, negando todo vínculo causal entre ellos, es fruto del situar en el trasero acobardado aquello que debe defenderse en la gallarda delantera.
Desde 1917 hasta 1922, Oswald Spengler, se dedicó a preconizar la decadencia de Occidente, desde su voluminoso texto homónimo, y aún siendo imposible resumir las conclusiones de sus argumentos, pudiéramos aseverar con él, que las causas principales de esta decadencia, se deben a la pérdida de objetivos, ideales y deberes. Salvando las distancias que existen entre la visión dramática de Ortega y la trágica de Spengler, se detectan similitudes entre ambas premoniciones. Ha emergido una masa que ha conseguido zafarse de la hambruna; un gran éxito, pero esta masa no ha conseguido librarse de la incultura; un inmenso fracaso. La decapitación de las facultades y cátedras humanísticas de las universidades alemanas por la guillotina del Tercer Reich, convirtió el purgante depurativo, que canallescamente anhelaban, en un suicidio colectivo, insospechado por aquella jauría de dementes.
La postergación de la metafísica esencial, la decristianización de Europa, entendido aquí el judeo-cristianismo como ética y moral de una cultura y no como confesión religiosa, el colocar en las posaderas a los principios y los valores para ciscarse sobre ellos, para lucir en el escaparate mingitorio los haberes del lucro espurio conseguido desde la estulticia, desmorona todo el edificio monumental de Europa, enmascarando la propensión compulsiva al delito notorio, con el derecho al ejercicio de la libertad, todo velado por una gangrena coludida.
La crisis económica se convertirá en una tortura recurrente para muchos, en una endemia, si la Nación de Naciones que es Europa, no toma conciencia de la imperiosa necesidad de reconstruir el tejido educativo e iluminarlo con la ética. Mientras lo esencial se considere aleatorio, seguiremos ubicando mal nuestros aliviaderos.