SUBMARINISMO EN LAS LETRINAS
Actualizado: GuardarLos papeles del Departamento de Estado norteamericano están al alcance de todos los curiosos lectores. Distan mucho de ser higiénicos, aunque si bien se mira, por ese ojo pasan todo los excrementos de la Historia. Los asuntos más opacos están saliendo a relucir y a los pacientes eruditos se les está adelantando el reloj por culpa de los diplomáticos, que ya no tienen una idea muy clara ni de lo que es reservado, ni de lo que es estrictamente confidencial. Hasta ahora venía siendo aceptado que lo que ocurrió hace tiempo solo se desvelara en otra época, de lo que se deduce el interés de que todo contemporáneo permaneciese en la inopia. ¿Qué hubiera sucedido si a Felipe II, que era muy prudente, le hubiera afectado la manía de llevar un diario íntimo anotando sus amores, sus odios y creyentes venganzas? Serían más páginas que las 250.000 que ahora han hecho públicas Wikileaks.
Las letrinas de la Historia se han convertido en baños públicos. Nos vamos a enterar, si tenemos tiempo libre y estómago adecuado, de casi todas las guarrerías menores y de todos los crímenes mayores cometidos por los líderes más inmediatos. Bucear en las cloacas provocará agravios retrospectivos y se empeorarán, si esto es posible, las relaciones entre algunos países que aún son capaces de mantener la farsa cortés de «las inmejorables relaciones» con sus vecinos. Se van a divulgar desde las infiltraciones de La Habana en Latinoamérica hasta el tratamiento a los presos de Guantánamo, pasando por las opiniones de Bush sobre lo que él llamaba 'guerra contra el terror', que son absolutamente terroríficas.
Hay que procurar que los datos que se vayan haciendo públicos no empeoren los que ya conocíamos. En las mejores casas, incluida la Casa Blanca, hacen falta fontaneros, pero eso es una cosa y otra servirnos en la mesa, todavía en caliente, los productos del desagüe.