Mucho más que pasión por el vino
Miguel Domecq inaugura en Torrecera su nueva bodega Entrechuelos; La empresa apuesta por los tintos y blancos que han plantado en una finca en la que también se produce aceite y donde trabajan 30 personas
JEREZ. Actualizado: GuardarUn cuidado exquisito, el respeto por la crianza del vino y el amor por la tierra y un revulsivo para la zona rural de Jerez. Todo eso y mucho más es lo que supone la apuesta industrial y comercial que la familia Domecq, con Miguel Domecq como inspirador y promotor de la idea, ha puesto en marcha en la Finca Torrecera con la inauguración de la bodega Entrechuelos.
Era casi una obligación que alguien como Miguel Domecq, que durante 25 años ha estado dedicado a la promoción y comercialización de los caldos tradicionales de la Denominación de Origen del jerez en la empresa familiar, decidiera poner en valor su talento y realizara una inversión privada relacionada con la enología. Sin embargo, su punto de mira se ha posado sobre los tintos y blancos nacidos de variedades distintas a la palomino. «Si hubiera hecho un fino más no estaría realizando nada nuevo, porque todo está ya bien hecho en ese campo», apuntaba ayer el propietario de esta magnífica finca en la que destaca en su punto más alto el torreón almohade que sienten como propio los vecinos de Torrecera y que sirve de símbolo para la etiqueta de los caldos que ya están en el mercado.
Fue en 2009 cuando se pusieron a la venta los tintos y blancos de esta casa nacidos de viñedos plantados en el año 2003 y que han reposado durante cinco años hasta que se realizó la primera vendimia con destino al mercado. En medio de ese proceso, en el año 2007, empezaron las obras de la bodega que ayer se inauguró y que es obra del arquitecto Alberto Ballarín.
El mismo Miguel Domecq destacaba ayer que una de las principales virtudes de esta edificación es que «siendo una construcción moderna, de su época, es un conjunto de volúmenes sencillos, ligero y de un único piso (casi todas las dependencias son subterráneas) que encaja con el entorno y que pretende no molestar al paisaje». Y en el pórtico delantero destacan unas enormes y exquisitas columnas romanas traídas desde Italia y que fueron encontradas en la provincia.
La bodega, con capacidad para unas 600 barricas del mejor roble francés (para cada variedad de uva se utiliza la de un bosque distinto), cuenta además con una sala de catas y otra de reuniones que da a una terraza desde donde se divisa toda la Campiña de Jerez.
En este enclave trabajan desde la puesta en marcha de este proyecto empresarial unas 30 personas que se dedican al vino, pero también al olivar que hay plantado. Y es que las 26 hectáreas de uvas tempranillo, syrah, cabernet, merlot y chardonnay (la única blanca) conviven con los olivos sobre el terreno de la Finca Torrecera.
Entrechuelos da sus primeros pasos y tiene como reto vender entre 200.000 y 220.000 botellas al año manteniendo la máxima calidad bajo la batuta de los enólogos Javier Díez, riojano, y Joaquín Gómez Bésser, jerezano, que supervisan y diseñan todo el proceso de elaboración de estos caldos desde la misma cepa. Pero, ante todo, el objetivo principal es demostrar que «en Jerez se pueden los mejores tintos y blancos», como recalcó ayer el propietario de Entrechuelos.