Sociedad

La rosa de plata del 'caballero' de Strauss brilla de nuevo en el Real

Producción fetiche para Mortier, 'El caballero de la rosa' rinde homenaje a Wernicke y trae por primera vez al coliseo la batuta de Jeffrey Tate

MADRID. Actualizado: Guardar
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Es una de las grandes y más esperadas citas de la temporada operística española. 'El caballero de la rosa' de Richard Strauss, 'resucita' hoy en el Teatro Real de la mano de Gérard Mortier. No en vano, es una de las producciones fetiche del actual director artístico del Real, que ha rescatado el montaje que diseñó junto al fallecido director de escena alemán Herbert Wernicke para el festival de de Salzburgo de 1995. Un montaje histórico, un juego de espejos existencial, que marcó un antes y un después en la brillante carrera de este gestor cultural belga que ha estado al frente de los mejores teatros lírico y festivales de Europa y que ha conseguido algo insólito. Ha logrado Mortier que Salzburgo ceda al Real parte del telón original del mítico estreno de 'Der Rosenkavalier' en el primer festival salzburgués de 1960 y en el que empuñó la batuta el no menos mítico Herbert Von Karajan.

En el foso del Real estará ahora otra gran batuta, el británico Jeffrey Tate, toda una autoridad en la música de Strauss, que debuta en el coliseo madrileño. El Real ofrece ocho funciones de esta genial ópera de Strauss, estrenada en Dresde en 1911, y con la que el coliseo rinde homenaje a Wernicke, el fallecido escenógrafo alemán que triunfó con este montaje, un brillante juego de espejos sobre la existencia planteado como «una profunda reflexión sobre el paso del tiempo, la fugacidad de la vida y la posibilidad del arte de cambiar el mundo».

Con libreto de un Hugo von Hofmannsthal «mas conservador que vanguardista», Richard Strauss hizo historia en la ópera hace ahora cien años firmando esta partitura que inaugura la modernidad. Un escritor y un músico que, «como Mozart y Da Ponte en su día», estaban en la cúspide de sus carreras en 1910 y que alumbraron una pieza magistral que, según Mortier, «además reflexionar sobre el paso del tiempo, se cuestiona la brevedad de la vida desde un punto de vista humorístico y desde una perspectiva histórica».

«Hemos entender el contexto en que Von Hofmannsthal y Strauss crearon la pieza, a principios años del siglo XX, cuando la herencia decimonónica se diluía y nacía un tiempo nuevo» destaca Gérard Mortier. «Hugo Von Hofmannsthal era toda una estrella desde muy joven y es muy interesante ver cómo predice el final de una época, cómo se pregunta si el arte y los artistas pueden cambiar el mundo, una cuestión que aún hoy no seguimos planteando y que era y es pertinente».