Editorial

Más turbulencias

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El minucioso relato del papel desempeñado por la Embajada de los Estados Unidos en España en los últimos años que se ha obtenido de las filtraciones de Wikileaks, a partir de despachos de dicha misión diplomática a la Secretaría de Estado norteamericana, resulta muy embarazoso para jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, así como para el propio Gobierno de Zapatero. Y demuestra que los representantes de la gran potencia han actuado con una arrogancia y una persistencia impropias de una relación en teoría estrecha entre dos países amigos y aliados. Los incidentes que han jalonado la relación bilateral en ese período han sido el 'caso Couso' -el asesinato del cámara de Tele 5 en Bagdad en 2003 por fuego injustificable de un carro de combate norteamericano-; las dos causas contra la cárcel de Guantánamo -una de 2009 por violación de derechos humanos abierta por el juez Eloy Velasco y otra también de 2009 por torturas y malos tratos basada en la denuncia presentada en 2004 por el único preso de nacionalidad española, instruida por Garzón-, y el caso de los vuelos de la CIA, la investigación abierta en 2006 por el juez Ismael Moreno para conocer si hubo delito en aquellos vuelos irregulares con presos islamistas en su interior. En todos estos casos se han registrado entrevistas de funcionarios norteamericanos con el fiscal general Conde Pumpido y otros miembros del ministerio público, así como con algún juez y con altos cargos gubernamentales, en que los españoles interpelados han mostrado a veces una obsequiosidad poco comprensible (algún mensaje de los publicados, como el que elogia la larga cooperación prestada por el fiscal Fungairiño, da a entender que esta situación venía de antiguo). La Convención de Viena permite a las representaciones diplomáticas acreditadas obtener por medios lícitos cualquier información del Estado que las acoge. En principio, no parece existir ilegalidad en estas conductas, pero sí es inaceptable el tono de los funcionarios USA ante un país que no es precisamente el caribeño patio trasero del Imperio. De cualquier modo, si alguien dudaba del sentido profiláctico de Wikileaks, habrá podido ya convencerse del valor trascendente de la transparencia.

La gran oleada de ventas de bonos españoles por los inversores, que también se cebaron en la italiana y la belga, disparó la prima de riesgo, hasta rozar los 300 puntos básicos. Tras un breve conato de pánico, la prima se moderaba de nuevo, aunque ya es evidente que los especuladores más agresivos esperan que Lisboa y Madrid acaben recorriendo el mismo camino que Atenas y Dublín, con lo que no habrá recursos para todos en el fondo de rescate, lo que amenazará a nuevas posibles víctimas: Italia, cuya prima o riesgo país ha superado por primera vez desde 1997 los 200 puntos básicos, o Bélgica. Ayer, incluso Francia era víctima de estos movimientos. Salgado siguió ayer atribuyendo estos movimientos a la imprudente propuesta, alentada por Alemania y Francia, de que los agentes privados asuman parte del coste de los rescates en 2013. En consecuencia, la vicepresidenta, que admitió el escaso efecto que ha tenido el rescate a Irlanda, piensa que para disipar la incertidumbre hay que hacer un «esfuerzo de comunicación» y evitar «declaraciones desestabilizadoras». Mientras tanto, Bruselas apoyaba la posición española y Almunia declaraba que «España está haciendo lo que tiene que hacer». La zozobra continúa.