Joan Vila. :: EFE
ESPAÑA

El celador de la residencia de Olot reconoce haber matado a once ancianos

En un primer momento asumió tres asesinatos y ahora admite ante el juez que cometió otras ocho «eutanasias», como él las define

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Joan Vila, el celador de la residencia geriátrica La Caritat de Olot (Girona) encarcelado desde el mes de octubre tras confesar el asesinato de tres ancianas, admitió ayer ante el juez que anteriormente mató a otros ocho internos del asilo.

Una semana después de que el juez que lleva el caso ordenara la exhumación de ocho cuerpos de ancianos residentes del geriátrico cuyos fallecimientos no estaban del todo justificados en los partes médicos, el que podría ser el mayor asesino en serie de la historia de Cataluña compareció a petición propia ante el magistrado para disipar todas las incógnitas.

Acorralado por la investigación judicial, Vila relató que en seis de los casos acabó con la vida de los ancianos suministrándoles un cóctel de fármacos, mientras que con los otros dos utilizó una sobredosis de insulina para provocarles la muerte. Los otros tres asesinatos (eutanasias, como dice él en su declaración) que reconoció en primera instancia los causó dándoles de beber lejía. Durante la declaración de más de cuatro horas que hizo en el juzgado, el magistrado que lleva el caso le preguntó por cada uno de los 27 ancianos que han fallecido desde 2005 en la residencia geriátrica. Vila se hizo responsable de 11 y dudó si pudiera ser el causante de una duodécima víctima.

El celador explicó ante el juez que el primer asesinato lo perpetró en agosto del 2009, año en el que mató a dos internos, mientras que los nueve restantes los cometió a lo largo de 2010. Como dijo en su primera declaración judicial, el supuesto gerontocida asesinó a los ancianos para evitarles sufrimientos y porque les quería mucho a todos. «Hacía algo que a él le hubiera gustado que le hicieran en su situación», explicó su abogado.

Pensaba que hacia lo correcto

Según explicó su abogado, les «ayudó a morir» pues pensaba que estaba haciendo lo correcto. En cambio, también dijo que en un principio no supo por qué lo hacía, lo que podría interpretarse como una contradicción.

Tampoco supo precisar por qué utilizó diferentes métodos, obviamente unos más cruentos que otros (ingerir lejía no causa la muerte instantánea, sino que provoca una corrosión interna de los órganos del cuerpo que resulta muy dolorosa).

Su abogado alegó en su día que su cliente padece un cuadro maníaco depresivo y que se encuentra en tratamiento psiquiátrico. El letrado de la familia, mientras, pidió poner en cuarentena todo lo que afirma el presunto ángel de la muerte, porque de la misma forma que dice que ha matado a dos personas, luego lo niega o añade que ha acabado con la vida de nueve más.

El caso se destapó el pasado 17 de octubre cuando una de las tres primeras víctimas reconocidas por el asesino en serie tuvo que ser ingresada de urgencia en el hospital. La anciana fue hallada gravemente herida con los labios quemados y con fuertes vómitos. Murió al poco de ser ingresada y los médicos alertaron a la policía que el fallecimiento no se debía a causas naturales. La mujer tenía dificultades de movilidad y estaba incapacitada para coger por sí misma una botella de lejía, por lo que la investigación se centró en el personal del geriátrico.

Una de las cámaras de seguridad de la residencia delató a Vila, que apareció en las imágenes saliendo de un almacén de la residencia con una botella de lejía en la mano. El celador confesó que introdujo el líquido en la garganta de la víctima haciendo uso de una jeringuilla. Además dijo que no era la primera vez que lo hacía.

Vila comenzó a trabajar en la residencia 'La Caritat' en diciembre de 2005 y desde entonces, y hasta que fue detenido, han muerto en la residencia 59 internos. De ellos, 27 fallecieron durante los turnos del celador, que solo trabajaba los fines de semana y en días festivos.