El electricista francés Pierre Le Guennec y una de las libretas que tenía en su poder. :: AFP / AP
Sociedad

El cuento del electricista

Los herederos de Pablo Picasso denuncian al operario Pierre Le Gunnec por robar más de 270 obras del artista malagueño

MADRID. Actualizado: Guardar
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Érase una vez un electricista jubilado llamado Pierre Le Guennec. El electricista, estando en activo, visitaba a Pablo Picasso en sus diferentes residencias de la Costa Azul para cambiar el cableado, instalar alarmas, arreglar lámparas o colocar unos enchufes. Agradecido de la pericia del operario, Picasso -según versión de Le Guennec- le fue pagando en especie: un día una acuarela, otro día unos dibujos, al siguiente una aguada, un 'collage' o una litografía. Así hasta más de 270 obras. A principios de este año, Pierre Le Guennec, de 71 años, residente en la Costa Azul, escribió una carta a Claude Picasso -hijo del pintor y encargado de administrar su patrimonio- solicitándole que autentificara los 'regalos' que le había realizado su padre. La carta iba acompañada de 26 fotografías de diferentes obras. Claude Picasso desconfió desde un principio de la misteriosa misiva y de su remitente. Ante la insistencia del electricista, el hijo de Picasso accedió a verle. Acompañado de su mujer, Le Guennec se presentó en el despecho del heredero y le mostró 175 obras inéditas, entre ellas dos cuadernos con un total 97 dibujos.

Claude, al verlas, se quedó estupefacto. Su padre solía ser generoso, pero no hasta esos límites. Además, cada vez que regalaba una obra tenía la precaución de dedicarla, firmarla y fecharla. Muchas de las piezas que le enseñó el electricista no llevaban firma ni fecha. Y lo que más le escamó: un buen número estaban sin terminar.

Tras comprobar que no eran falsificaciones, Claude y el resto de herederos presentaron una denuncia ante la brigada francesa especializada en obras de arte. Le Guennec argumenta que trabajó para Picasso durante los tres últimos años de su vida (entre 1970 y 1973) y que una parte de las obras se las regaló el artista malagueño y la otra parte su esposa Jaqueline. Los seis herederos alegan que es «imposible» que Picasso se desprendiera alegremente de todas ese legado. «No lo hizo ni con sus mejores amigos». De momento, la policía ha incautado todo el lote -valorado en 60 millones de euros- y lo ha retenido en las dependencias de la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales, en Nanterre.