Economia

¡Qué castañas!

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El castañar español se extiende desde Galicia a Navarra, pasando por Asturias, con ramificaciones Castilla y León y Extremadura. En Andalucía aparece en Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada y Huelva. En Cataluña también se ubica en Gerona y Barcelona. Se estima que en España pueden existir alrededor 140.000 hectáreas, un 41% como árbol frutal y un 9% con destino maderero.

En esta campaña se prevé una recolección entre 20.000 y 22.000 toneladas en toda España. La campaña en Andalucía, la más temprana de toda la península, se puede calificar de excelente, con una producción que ha rondado las 6.000 toneladas y precios entre 0,8 y un euro el kilo.

La mayor parte de la producción de nuestro país se orienta a los mercados exteriores, donde se realiza de forma mayoritaria la transformación y se localiza una proporción dominante del consumo. Países como Francia, Alemania, Italia e incluso algunos orientales como China y Japón son destinos frecuentes.

Pero no todo es brillo. La castaña es el clásico ejemplo de un producto poco reconocido por el consumidor, que demanda comunicación para reforzar el mercado interior, y que necesita potenciar el desarrollo de la industria transformadora, pero no solo la artesanal, con un pequeño volumen de producción y beneficios muy locales y reducidos. Se trata de desarrollar modelos de transformación con carácter industrial o semi industrial que verdaderamente permitan captar valor añadido y faciliten la comercialización de castaña transformada, tanto al todavía reducido mercado interior como a otros más potentes que ya son lugar de destino.

La castaña es un alimento que se obtiene básicamente de la recolección en bosques y que también puede tener un importante valor como alimento ganadero en explotaciones en extensivo. Por un lado y, a pesar del retroceso de las masas forestales de castaños, todavía es posible incrementar los volúmenes de recolección. Por otro lado, favorecer el desarrollo cooperativo, la transformación e incluso las explotaciones agrarias profesionalizadas permitirían consolidar una actividad económica que podría aumentar la diversificación del escenario agrario de determinadas regiones.