El Gobierno en su laberinto
Junto a las debilidades de España, la UE tampoco da ejemplo de rigor y coherencia
Actualizado: GuardarResulta decepcionante para cualquier europeísta asistir a la pastosa viscosidad del momento actual en la UE, en la que parece que el liderazgo político ha sido sustituido por el influjo exorbitante de los mercados, que ya habrían tumbado a dos Estados soberanos y estarían ahora intentando arrumbar, cada vez con más ambición, a los dos países ibéricos, Portugal y España. Con la particularidad de que si Grecia, Irlanda y Portugal son países 'pequeños', España representa el 11,5% del PIB de la Eurozona, por lo que su hundimiento podría suponer sencillamente el naufragio del euro. En este contexto de pesimismo y volatilidad, mientras continúa por las nubes el diferencial del bono español frente al alemán, el Gobierno ha sacado toda su artillería para intentar convencer a los mercados del cumplimiento de su agenda de reformas y Rodríguez Zapatero ha manifestado que descarta «absolutamente» el rescate de España. Pero en el entretanto, algunas actuaciones incrementan la confusión: Almunia insiste en que hay «dudas» sobre nuestro país en los mercados que Zapatero debe despejar y el Banco de España reclama más transparencia a la banca y anuncia más exigencia de información a las entidades de crédito sobre su exposición inmobiliaria y de deuda. Se entiende mal cuál es el juego de Almunia y resulta poco comprensible cómo es posible que a estas alturas Fernández Ordóñez anuncie más rigor cuando se pensaba que su control sobre el sistema financiero español era absoluto. El Reino de España debe refinanciar 59.000 millones de euros hasta el fin del primer semestre de 2011, algo muy complicado si no mejora la situación del mercado. Economía ha negado que vaya a haber cambio de planes, pero es patente que el barco puede hundirse si la propia Europa, que está mostrando un rostro patético ante el mundo, no recompone la figura mediante un golpe de autoridad. Este fin de semana, los ministros de la Eurozona celebrarán una videoconferencia sobre la crisis del euro, pero el fin de la zozobra solo llegará mediante un gran acuerdo político que dé consistencia a una UE que hoy hace aguas por los cuatro costados.