LA BOTELLA

Este Xerez capaz de lo mejor y de lo peor lleva una par de semanas dando la de cal, motivo por el que la hinchada vuelve a echar mano de la calculadora en busca de esa ecuación que le permita repetir el milagro obrado por Esteban Vigo y los suyos hace dos campañas. La mejoría mostrada a partir del partido de vuelta de la Copa ante el Levante ha tenido su confirmación con una notable actuación en el Villamarín y un más que severo repaso a otro recién descendido.

Aquí no vamos a inventar nada. Lo de la botella medio llena o medio vacía es tan viejo como el fútbol o como la misma vida. Cuando las cosas vienen mal dadas, todo es pesimismo y se pone en cuestión el trabajo del más pintado. Por el contrario, cuando vienen de cara, la tendencia es mirar hacia arriba de la tabla y soñar, que es gratis. Como en los tres meses y medio que llevamos de competición nos ha tocado vivir casi de todo, no estaría de más hacer un esfuerzo para mantener la cabeza fría y acudir al análisis más ponderado.

Lo que no es normal es pasar, de una semana a otra, del más absoluto optimismo al peor de los pesimismos, y de querer agarrar por el cuello a Javi López y Viqueira a querer sacarlos en volandas de Chapín. Partiendo de que el fútbol es un estado de ánimo, y de que la dinámica actual invita a ilusionarse, no estaría de más recordar que las carencias que presenta el equipo están ahí. Que recurrir al mercado invernal, más que un gasto, debe ser considerado una inversión por parte de los administradores concursales y que el nuevo sistema de ascensos, promoción y descensos hace que los objetivos presentes sean más engañosos que nunca, y que tan pronto te ves codeándote con los gallitos de la categoría, que te sumes en la guerra encarnizada por evitar los puestos que conducen al abismo.

Después de una etapa de crecimiento cualitativo y cuantitativo y del paso por la mejor liga del mundo, la afición sabe ya cuál es el camino, y lo que debe y no debe hacer para seguirlo con garantía de éxito.