La actualidad de las ideas del Bicentenario
DIR. FUNDACIÓN Y CENTROS DE INTERPRETACIÓN DEL CONSORCIO DEL BICENTENARIO Actualizado: GuardarCuando veo un mundo gris que se nos muere irremediablemente en Haití, en Afganistán, en los niños de la calle de Río, en la soledad de los hogares machacados por la violencia machista que se cobra día a día una estadística siniestra. Cuando existen países donde no es posible decir lo que se piensa o en lo que se cree, donde es imposible una reunión con compañeros de ideología, ni mucho menos se puede aspirar a que nuestra opinión sea tenida en cuenta y respetada. Cuando si se hace se corre el riesgo de ser detenido, torturado, llevado a la cárcel en condiciones lamentables. Cuando asistimos con estupor a la acción de tiburones financieros que se coordinan para atacar en toda regla y sin posibilidades de escape a todo un Estado democrático y soberano. Cuando presenciamos la angustia de las familias sin recursos, en paro, ya sin ahorros y que no saben cuándo acabará esta maldita crisis. Cuando, quizás lo peor, pensamos que lo que está diciendo este hombre que escribe este artículo es un poco exagerado y seguimos sumergidos en nuestra placentera y cómoda vida cotidiana sin recordar que todos los días niños y niñas de menos de diez años son obligados a prostituirse en las cloacas de la vergüenza humana de algunos países del Lejano Oriente. Y en otros quizás bastante más cercanos.
Por todo eso, y por muchas más cosas que las anteriores, es una tarea imprescindible que los más mayores recordemos a los más jóvenes que no pueden olvidar jamás que no hay nada más importante en el mundo que la Libertad. Porque sin Libertad no es posible la paz y la justicia, y sin la justicia y la paz no es viable, no es posible, que se desarrolle el amor, que es lo que nos hace plenamente humanos.
Nuestra democracia, esa que tanto costó conseguir, es muchas veces desprestigiada por la inevitable pugna política y presenta signos evidentes de necesidad de regeneración, pero conserva impecable el ejercicio de los derechos democráticos, que hace normal y cotidiano lo que es una corriente histórica de conquista de los derechos civiles. Un auténtico torrente de esfuerzo colectivo donde entran desde el sueño de Luther King de una sociedad igualitaria al manifestante que cierra el paso a un carro de combate en una plaza china.
Todo ello nació hace doscientos años en la ciudad más moderna, abierta y culta de España, en un cachito de tierra en medio del mar asediado por el ejército más poderoso del mundo en la época. Un puñado de compatriotas, de forma pacífica y dialogante, cambió de forma asombrosa el sistema político del país abriendo las puertas a la libertad y los derechos civiles. La soberanía nacional, la división de poderes, la libertad de prensa y de imprenta, el derecho a la educación, la abolición de la inquisición, todo un conglomerado de artículos que componen la Constitución del Doce y que representan el inicio de un mundo nuevo. Un mundo que aún estamos día a día conquistando.
Por encima de actos, exposiciones, conciertos y demás eventos, la verdadera esencia del Bicentenario de La Pepa es que todos recordemos y los más jóvenes aprendan que la Historia sirve únicamente para cambiar y modificar el presente, y que en 1812 una nueva corriente de pensamiento y de forma de organización social y política empezaron a desarrollarse en España y en los territorios de su ámbito de influencia.
La Pepa 2012 debe ser una nueva oportunidad para revitalizar los valores, derechos y libertades democráticas. Una oportunidad única para enviar un mensaje que cale en territorios como Haití, Afganistán, Río de Janeiro; en los países donde no existe la libertad de expresión; en los Estados donde se oprime a los ciudadanos, impera la violencia machista y no se protege a los menores. La Pepa 2012 debe al menos servirnos para reflexionar y alzar la voz para lograr un mundo más justo, el mismo objetivo que persiguieron los diputados doceañistas.