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El régimen norcoreano se prepara contra EE UU y Seúl

ISLA DE YEONPYEONG. Actualizado: Guardar
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Una cadena de explosiones elevó ayer la tensión en Yeonpyeong. Se pudieron oír las detonaciones pasadas las 15 horas (7 de la mañana en España), que sonaban un tanto lejanas pero lo suficientemente potentes como para ser percibidas desde la isla. El Ministerio de Defensa surcoreano -Kim Kwan-Jin, de 61 años y jefe del Estado Mayor entre 2006 y 2008, relevará al frente del departamento al dimitido Kim Tae-Young- confirmó que se habían escuchado una veintena de estruendos y los atribuyó a unas maniobras militares norcoreanas.

Según algunos testigos, desde la colina de Yeonpyeong hasta se atisbaban columnas de humo y se podían ver las estelas de los proyectiles. De esa forma, Pyongyang protestaba contra los ejercicios navales conjuntos que Corea del Sur y EE UU comenzarán mañana a cien kilómetros de la isla, y en los que participarán el portaaviones nuclear 'USS George Washington' y cuatro barcos más de la VII Flota.

Advertencia

Poco antes de las explosiones, y a través de su agencia estatal, el régimen estalinista había advertido de que «la situación en la península coreana está al borde de la guerra por la conducta temeraria de llevar de nuevo a cabo juegos bélicos dirigidos contra el Norte».

La alerta es máxima en la isla de Yeonpyeong, sobrevolada a cada instante por helicópteros surcoreanos y adonde la Armada transporta refuerzos y víveres para su base militar. Durante los ejercicios navales, que durarán hasta el miércoles, las disputadas aguas del mar Amarillo volverán a situarse en primera línea de fuego. Pero la tensión no sólo afectará a China, que tampoco ve con buenos ojos que una flotilla americana dispare cerca de sus aguas territoriales.

Aunque Pekín criticó ayer esos ejercicios por enrarecer la situación en la región, su ministro de Exteriores, Yang Jiechi, habló por teléfono con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, y su homólogo surcoreano, además de reunirse con el embajador de Pyongyang. «La tarea consiste ahora en poner la situación bajo control e impedir que ocurran incidentes similares», medió Yang.

Tanto la Casa Blanca como la Azul, sede de la presidencia surcoreana, consideran vital la mediación de Pekín por ser el único valedor de Kim Jong-Il.