Sociedad

El barullo de la ortografía yeyé

Entre el desdén a la indignación, escritores y ortógrafos muestran más recelo que entusiasmo ante la nuevas normas de la RAE

MADRID. Actualizado: Guardar
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La nueva ortografía que 'cocinan' las 22 academias hispanas ha provocado más recelo que entusiasmo. Medidas como el 'entierro' de la i griega y la 'entronización' de la ye, han bautizado como 'ortografía yeyé' antes de nacer a una norma recibida con cierto desdén, cuando no indignación. El anuncio del cambio normativo originó un notable barullo que ha llevado al director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, a moderar el entusiasmo inicial. No todo está dicho. Es precipitado publicar la esquela de la i griega o de algunas tildes, viene a decir ahora el máximo responsable de la institución que 'limpia, fija y da esplendor' al idioma que compartimos 500 millones de humanos.

La última palabra se dirá este domingo en Guadalajara (México) en el pleno que acoge la Feria del Libro. En tanto los académicos de ambas orillas sentencian, escritores como el 'cervantes' Juan Marsé constan que el cambio les deja frío. Otros se dicen dispuestos a matar por un quítame allá esa tilde, como Espido Freire, o minimizan la polémica, como Lorenzo Silva. Miembros de la docta casa como Arturo Pérez Reverte llama a la rebelión ante unas normas que pretende unificar la escritura a ambas lados de Atlántico apelando a un criterio panhíspánico que no convence ortógrafos y correctores que batalla a diario con signos y tipos.

«No me sorprende el barullo, que es positivo. Si discutimos de ortografía no lo hacemos de banalidades o tonterías del corazón» dice el director de la RAE sobre propuestas como aceptar la uve española frente a la be alta y baja de América, a cambio de adoptar la ye presuntamente común en algún país americano «tras discusiones feroces». «La ortografía es materia sensible y muy polémica. Su reforma derivó en Francia en un problema de Estado. En Alemania se acordó una norma que grandes medios de comunicación no siguen», apunta un García del Concha que insiste en la bondad de la nueva norma. «Sorprenderá por su grandeza. Por primera vez será razonada y explicará la convención hasta la saciedad con ejemplos y resolviendo dudas».

Las modificaciones son «innecesarias» para José Martínez de Sousa, ortotipógrafo y lexicógrafo que desaprueba las propuestas.

«Nadie dice ye, ni la ha necesitado nunca aquí o en América» denuncia. «No entiendo que se tire la i griega para quedarse con la ye, cuando la propia RAE dice en su diccionario de 2001 que es muy poco usada» apunta el responsable del libro de estilo de Vocento.

«El uso manda, no la Academia. Y el uso dice que de ye ni hablar» insiste este experto pata quien «no estamos ante una reforma ortográfica» y sí ante «cambios puntuales que en unos casos benefician a cada escribiente que es un mundo». «No se atiende al usuario y lo prueban las reacciones viscerales». «Soy una persona de edad, toda mi vida he dicho i griega y no me lo pueden quitar. La ortografía es también de cada uno» sostiene Martínez de Sousa. Para él las 22 academias «no valen lo que los ciento de millones de usuarios de la lengua».