![](/cadiz/prensa/noticias/201011/24/fotos/3978321.jpg)
«Camarón es el señor del tiempo porque es pasado, presente y futuro»
El autor de 'Pólvora Negra' y 'Manteca colorá' resucita a José Monge en su última novela, 'Pistola y cuchillo' Roberto Montero Glez Escritor
CÁDIZ. Actualizado: GuardarEstrafalario, callejero y navajero, escritor corrosivo, heredero del esperpento, conquistador del estilo «folclore cósmico», irreverente, pero, sobre todo, «camaronero». Roberto Montero González, más conocido como 'Montero Glez' (Madrid, 1965), se confiesa ferviente admirador de José Monge, el cantaor universal de La Isla al que rinde homenaje en 'Pistola y cuchillo' (El Aleph). Al escritor madrileño afincado en Tarifa le dejaron un rincón en la Venta Vargas y allí, con libretita en ristre, empezó a redibujar la figura del «Señor del tiempo». «A la entrada [...], por donde antes aparcaban los coches, le han puesto una estatua...», arranca.
-Dijo que nunca pensó en escribir una novela sobre el flamenco, entonces, ¿qué le ha salido con 'Pistola y cuchillo'?
-En todas mis novelas hay ambiente flamenco aunque los protagonistas no lo sean. En 'Pólvora negra' que es una novela de anarquistas de época, sale hasta don Antonio Chacón cantando una soleá de Luis Alberto de Cuenca, poeta y aficionado al buen cante. Esos son los milagros de la literatura pues la literatura ha de ser siempre coartada. Es verdad que nunca había pensado hacer algo tan flamenco pero es que esta novelita lo merecía. Y uno tiene que contar lo que merece ser contado.
-Llegó por casualidad a la figura de Camarón, y porque su disco estaba de oferta... A partir de entonces se convirtió en una referencia.
-Sí, al poco conocí a Miguel Candela que me contaba que Camarón cuando iba a Madrid solía pasar por su bar. Entonces Miguel Candela me abrió las puertas de las últimas habitaciones de la sangre. Las mismas de las que hablaba Federico cuando se refería a lo jondo. En la cueva del Candela me puse en contacto con unos sonidos puros, sonidos negros que me acompañarán toda la vida. En la cueva del Candela no sólo he escuchado a Camarón y a Tomatico, también a Morente, a la familia Habichuela, a Riqueni, a José Soto, a Ray Heredia, al Negri, al Paquete, a Pepe Luis, al Bola, a Antonio Carbonell, su hermano Pepe, una generación de jóvenes que proyectaban el flamenco hacia el futuro. Con esta obra he querido rendir tributo a todos, pues todos ellos convivían y conviven en Camarón. Camarón es el señor del tiempo por ser pasado, presente y futuro a la vez. Algo muy difícil.
-Por cierto, una referencia a la altura de Shakespeare, Hemingway y Goya, por ejemplo. ¿Qué le ha enseñado Camarón?
-A ser mejor escritor de lo que hubiera sido si no es por él, por su enseñanza.
-En 'Pistola y cuchillo' sale a relucir el tema del honor y la amistad...
-Es que ese es el tema: la amistad y la palabra de honor, la obligación moral de la palabra dada.
-Y casi al mismo tiempo, la idea de la vida y la muerte. ¿Cómo se refleja?
-El arte no es otra cosa que tensión entre opuestos. Vida y muerte son términos opuestos que forman parte de lo mismo. Por eso me gusta tanto García Márquez porque, claro que la muerte está presente en sus novelas, pero por lo mismo también lo está la vida.
-La Venta Vargas fue su templo para la construcción de la novela, ¿Cómo fue la preparación de esta historia?
-He consultado todas las biografías y estudios sobre el cantaor, soy camaronero y tengo un montón de recortes y de datos. Luego la Venta de Vargas ha sido la inspiración, poder entrar en el mismo sitio por donde él pasó tantas veces y encontrarme como en casa. Eso se lo debo a la familia Picardo.
-Ha dicho que es una obra autobiográfica, ¿qué tiene en común con Camarón?
-Es que está escrita desde la primera persona. Es la obra donde he puesto más autobiografía.
-Por cierto ¿le importa que el flamenco haya sido reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?
-Si eso significa que los flamencos dejarán de pasar fatiga, bienvenido sea.
-Estrafalario, atrevido, esperpéntico... Así se le considera a menudo, ¿qué hay de todo eso en esta novela?
-Esta novela está hecha desde el respeto. Camarón es uno de mis maestros. Luego están los personajes, por ejemplo, el personaje del Viejales que es un personaje simpático y que es el práctico en la obra, el resoluto, el que marca el paso. Es el personaje un poco más achatado, me refiero al achatamiento que tienen las figuras de Rembrandt del que aprendería Goya y, a su vez, de Goya aprendería Valle-Inclán para llevarlo a la literatura y crear el esperpento. Sin embargo esta novela no es esperpéntica, no hay espejos deformantes tan brutales como los que suelo poner. Una historia sólo se puede contar bien de una forma y esa forma es el estilo. No iba a poner los espejos que normalmente me acompañan en todas mis obras. No sería su estilo
-Lo que hay es mucho elemento de su 'folclore cósmico'. ¿Podría aclarar este concepto?
-Tolstoi decía: 'Describe tu aldea y describirás el mundo'. Yo sigo a Tolstoi, así describo el mundo.
-También se ha dicho de usted que está muy capacitado para indagar y retratar a determinados estratos sociales, a los más desfavorecidos. ¿Empatía, denuncia o simple comodidad?
-Encuentro más literatura entre las ruinas que en un campo de golf. En el rastro que en los grandes almacenes. Es eso, comodidad, pues en un campo de golf no me siento cómodo, estoy mejor en el rastro.
-Con 'Pólvora negra' ganó el Azorín y una cuota en el mercado. Por fin un autor que dice que escribe para ser leído y vivir de esto.
-Yo escribo para ser leído. ¿Para qué si no? Lo de vivir de ello, lo intento pero, mejor dicho, vivo para ello.
-Por eso quizá usa tanto las redes sociales, ¿le importa que le pirateen?
-No, para nada, uno escribe para ser leído. Estaría encantado de que mis libros se vendieran en los semáforos de Perú.
-¿Mantiene un sentido romántico de la literatura o va a lo práctico?
-Soy poco práctico, escribo a mano.