La península coreana se acerca a la guerra
Pyongyang responde con un intenso fuego que causa dos muertos a unas maniobras de la Armada de Seúl en una zona en disputa
PEKÍN. Actualizado: GuardarRedoblan los tambores de guerra en la península coreana. Un incidente estuvo a punto de desencadenar ayer un conflicto bélico en la última frontera de la guerra fría, un punto del planeta donde conviven las armas nucleares de Corea del Norte con los 28.500 marines norteamericanos desplegados en la frontera del vecino del sur.
Según reconoció el alto mando de Seúl, la tensión no estalló esta vez por una provocación del régimen estalinista dirigido por Kim Jong-Il, sino por unas maniobras militares del propio Ejército surcoreano. El Norte advirtió de que se detuvieran los ejercicios en una zona disputada del mar Amarillo pero los surcoreanos, en lugar de replegarse, continuaron con sus prácticas de tiro en sus aguas territoriales, lo que motivó la desproporcionada respuesta comunista.
A las 14.30 (6.30, hora española), una andanada de proyectiles de artillería disparada por el Ejército norcoreano cayó como una lluvia de fuego y destrucción sobre la isla surcoreana de Yeonpyeong, a solo once kilómetros de la frontera y a poco más de cien de Seúl. La respuesta de las tropas de Corea del Sur llegó de inmediato en forma de misiles autopropulsados K-9 de 155 milímetros desde un territorio donde viven más de un millar de pescadores de cangrejos.
Por espacio de una hora, y como si se hubiera declarado la tercera guerra mundial, ambos bandos se entrecruzaron decenas de obuses que dejaban su estela en las dos direcciones, causando la muerte a dos soldados surcoreanos, además de herir a dieciséis y desatar el pánico entre la población civil, que corrió a los veinte refugios antiaéreos de la isla. «Fue terrorífico, pensé que íbamos a morir», explicó a la agencia AP Lee Chun-Ok, una vecina que estaba viendo la televisión cuando las bombas empezaron a caer sobre su casa, cuyos muros y puertas se derrumbaron.
«Todavía estoy aterrorizada», admitió la mujer, de 54 años, tras ser evacuada a la ciudad portuaria de Incheon, donde se ubica el principal aeropuerto de la capital.A tenor de las imágenes mostradas por la televisión por cable YTN, el panorama era desolador, más propio de Afganistán u Oriente Próximo que del 'tigre asiático' que congregó hace dos semanas a los principales mandatarios del mundo en la cumbre del G-20.
«Tremendas represalias»
Con decenas de casas ardiendo y negras columnas de humo ascendiendo sobre el horizonte, la Casa Azul -sede de la presidencia surcoreana- activó la alerta máxima. Tras una reunión de emergencia en el búnker subterráneo, el presidente Lee Myung-bak ordenaba el despegue de cazas y amenazaba con «tremendas represalias para impedir más provocaciones de Pyongyang» porque «no se puede consentir un ataque indiscriminado contra civiles».
El alto mando norcoreano prometió «más ataques despiadados» si el enemigo del sur «cruzaba siquiera una micra de la frontera», al tiempo que insistía en que solo había «reaccionado a una imprudente provocación con un potente golpe físico». En un despacho de la agencia estatal KCNA, el régimen de Kim Jong-Il acusaba a Seúl de comenzar la escaramuza «al disparar docenas de proyectiles dentro de nuestras aguas territoriales». De momento, se desconocen las bajas en ese bando, pero pueden ser numerosas.
Se trata del incidente más grave desde el naufragio en marzo de la corbeta 'Cheonan', en el que murieron 46 marineros surcoreanos. Una investigación llevada a cabo por Seúl y expertos internacionales concluyó que un torpedo norcoreano había hundido la embarcación, pero Pyongyang ha negado reiteradamente las acusaciones.
Aunque las escaramuzas navales y los tiroteos se repiten con frecuencia en la tensa frontera entre las dos Coreas, divididas por el Paralelo 38 desde el final de la guerra (1950-53), la novedad en este caso es que el objetivo del ataque ha sido la población civil de Yeonpyeong. La acción se produce, además, justo después de que Pyongyang haya mostrado a un científico estadounidense una nueva planta de enriquecimiento de uranio dotada con 2.000 centrifugadoras y capaz de producir bombas atómicas.
De hecho, el incidente sorprendió al enviado de EE UU para Corea del Norte, Stephen Bosworth, en una gira asiática para retomar las conversaciones a seis bandas de Pekín sobre el desarme nuclear de Pyongyang. Bosworth llegó anoche a China tras visitar Seúl y Tokio, donde descartó que se retomen las negociaciones «si siguen activos los programas norcoreanos o mientras haya posibilidad de nuevos ensayos atómicos o de misiles».