«Vi la oscuridad y creí haber muerto», recuerda un herido del atentado de Legutiano
Víctimas del ataque de ETA a este cuartel de la Guardia Civil reviven en la Audiencia Nacional las secuelas de la brutal explosión
MADRID. Actualizado: GuardarHan pasado dos años y medio del sangriento atentado, pero las heridas siguen abiertas. Las víctimas del ataque de ETA a la casa cuartel de la Guardia Civil en la localidad alavesa de Legutiano, perpetrado en mayo de 2008 y que mató al agente Juan Manuel Piñuel Villalón, revivieron ayer las imágenes de la brutal explosión durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra tres supuestos miembros del 'comando Vizcaya'.
La deflagración de una furgoneta-bomba con 200 kilos de amonal no solo derribó la parte central del edificio, destruyó viviendas y dañó una veintena de vehículos; también dejó secuelas físicas y psíquicas a las 15 familias que vivieron aquel episodio. Traumas que en algunos casos durarán de por vida.
Era el 14 de mayo de 2008. Faltaban «segundos» para las 2.55 horas de la madrugada cuando el comandante del puesto recibió una llamada en su casa. Un subordinado le advertía de la presencia de una furgoneta sospechosa estacionada delante del recinto. Y sin tiempo para más, llegó la explosión. «No nos dio tiempo a nada. Estaba despierto y de repente vi la oscuridad y creí que estaba muerto. A mí me sacaron de los escombros inconsciente. Desde entonces sigo bajo tratamiento psicológico y físico. Creo que no voy a volver. Estoy tramitando la incapacidad permanente», relató el comandante del cuartel, con voz entrecortada, al tribunal.
Antes, su mujer erizó el vello de los presentes con un testimonio no menos impactante. Sin apenas poder hablar por la ansiedad y los recuerdos de la explosión; sabedora de que a dos metros de distancia, entre la cortinilla y la cabina de cristal, estaban sentados los acusados de haber roto su vida para siempre, acertó a retratar su fotografía de los hechos:
-«Estése tranquila, que esto acaba rápido», intentó tranquilizarla la magistrada Ángela Murillo, presidenta del tribunal.
-«Sí», respondió la mujer balbuceando.
-«Cálmese y respóndame, ¿se acuerda de algo?», preguntó la fiscal Blanca Rodríguez.
-«Recuerdo todo el atentado», respondió a duras penas la mujer del comandante. «Primero fue la oscuridad y luego el sonido de la explosión», señaló antes de concluir su declaración.
El silencio se hizo en la sala. Cuatro personas del público salieron raudas al pasillo para consolarla. La víctima caminaba despacio. Aturdida. El recuerdo de la explosión estaba demasiado fresco.
Última llamada
Antes de fallecer, el guardia Piñuel, de 41 años, se encontraba en una garita del cuartel. Acaba de revisar la furgoneta junto a un compañero y estaba dando el parte a la comandancia de Vitoria. «Piñuel sólo me pudo avisar de la presencia del vehículo. Inmediatamente se produjo un corte en la línea», aseguró al tribunal el instructor de las diligencias del atentado.
Apenas pasaron «tres minutos» desde que el comando colocara la furgoneta bomba y que el agente fallecido diera el aviso. Tiempo suficiente para que los supuestos autores materiales del atentado huyeran -Arkaitz Goikoetxea y Jurdan Martitegui (en la actualidad preso en Francia)- y los guardias civiles no pudieran reaccionar.
Durante la vista, Goikoetxea, supuesto jefe del 'comando Vizcaya', solo respondió a su abogado. Lo hizo para denunciar malos tratos tras su detención, un mes después del ataque, y para exculpar a su compañero Aitor Cotano -procesado por los mismos hechos- alegando que este iba camino de Sicilia cuando se produjo la explosión.