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Menos lobos

España debe intentar ser útil en el Sáhara y conservar la interlocución con ambas partes en conflicto

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Según no pocos ciudadanos que escriben estos días en ese vaciadero de la sinrazón en que se han convertido los espacios que para comentarios ofrecen los medios digitales, España debería ponerse de una vez del lado saharaui y enviar a la Legión para desalojar a Marruecos del Sáhara Occidental. No diremos que todos los que van a las manifestaciones en pro del Polisario pidan tal cosa, pero lo cierto es que en ellas se han hecho llamamientos bélicos nada encubiertos, apoyados, qué pasmosa paradoja, por la misma gente que no hace mucho clamaba (con razón) contra la guerra de Irak y pedía vías diplomáticas para persuadir a Sadam Hussein.

Permítasenos ignorar las soflamas belicistas de todos los que no van a alistarse a la Legión para ponerse a la vanguardia de esa hipotética misión de castigo. Tiene poco valor, ético y dialéctico, exigir guerras en las que han de luchar otros. Recordemos que en Marruecos murieron en otro tiempo miles de españoles, y que aquella torpe aventura le costó la corona a un rey y a todos una guerra civil. Regresemos al siglo XXI y no hablemos desde la inconsciencia, como aquí es costumbre.

Recordemos, también, y antes de trepar a atalayas de superioridad moral, que en aquellas guerras los españoles combatimos a los marroquíes sin cuartel y con saña (gases tóxicos incluidos) después de que en Annual liquidaran por sorpresa a nuestros poco avezados reclutas. No es lo mismo, pero en Gdeim Izik los activistas saharauis mezclados con los refugiados se han cobrado sin remilgos la vida de 11 policías marroquíes desarmados. Y a ellos ahora, como a nosotros entonces, esto no puede sino calentarles la sangre. El odio prende con facilidad.

Dicho todo esto, España, como sostiene un Zapatero cargado de razón (por una vez), debe intentar ser útil y conservar la interlocución con ambas partes en conflicto. Para poder decirle al Gobierno de Marruecos que no ganará imponiendo la ley del más fuerte y que si quiere ser creíble debe dejar entrar a todos los periodistas, incluso a aquellos que a su juicio desfiguran los hechos, porque la libertad de información no consiste en que la autoridad decida quién puede informar. Y para poder decirle al Frente Polisario que su lógica impaciencia y los golpes de efecto, por errónea que sea (como aquí ha sido) la réplica de los marroquíes, no van a empujar a España a enfrentarse de forma frívola e irresponsable con un país pese a todo vecino y amigo.

España tiene una deuda de solidaridad con el pueblo saharaui que no puede desatender. Pero la tiene no menor con el pueblo marroquí, y ni fueron los intereses de la España de 1975 los que decidieron el deplorable statu quo actual, ni la España de 2010 puede por sí cambiarlo. Seamos coherentes con ello y pensemos cómo podemos ayudar. El resto no es más que ruido.