«La droga que encontraron en mi casa sólo era para consumo propio»
Arranca el juicio por el caso 'Corralito' con imputados que se niegan a declarar y otros tantos que no reconocen los hechos
JEREZ. Actualizado: Guardar«Mi suegra es la que manda, el negocio es de ella»; «la 'picaso' está en la puerta y no podemos vender»; «tengo muchos clientes»; «eso es bueno para la nariz, pero no para lo otro»... Éstas son sólo algunas de las perlitas que salieron de las bocas de varios inculpados en el caso 'Corralito', acusados de un presunto delito contra la salud pública. Ayer, la Audiencia Provincial acogió el primero de los juicios por esta causa, en el que se sentaron en el banquillo nada menos que doce imputados, muchos de ellos pertenecientes a una misma familia.
Durante la vista, los implicados estuvieron parcos en palabras y negaron la mayor, mientras la Fiscalía exponía una y otra vez fragmentos de conversaciones telefónicas en los que, como se ha mencionado al principio, se aludía a que «el pantalón» o «la comida» era de tal o cual calidad, y estaba a X euros. En las escuchas, se aludía continuamente a la existencia de una ventana, que el Ministerio Fiscal sitúa como epicentro del presunto narcotráfico.
Sin embargo, ninguno de los doce acusados reconoció haber ejercido tal actividad, e incluso muchos de ellos optaron por no declarar bajo consejo expreso de su abogado. El juicio arrancó con la petición de las defensas de que el juez declarara la nulidad de las escuchas, lo que invalidaría todo el procedimiento al quedarse sin efecto los registros y posteriores detenciones, fruto de esas pruebas iniciales.
La solicitud, de cualquier modo, no prosperó, y la primera en subir a la palestra fue la matriarca y principal acusada, considerada por la fiscal como la cabecilla del clan. María G. M, no obstante, no soltó prenda, ya que decidió atenerse a su derecho de no declarar. Como se recordará, se le acusa de ejercer la compra-venta de droga de manera habitual a través de la ventana de su domicilio de la calle Z, para lo que se valdría de diferentes miembros de su familia, algunos de los cuales tendrían establecidos otros puntos similares en zonas como las Casitas Bajas de San Benito o la plaza Luis Parada, en el edificio conocido como 'El Titanic'.
Toxicómanos reconocidos
La siguiente en testificar fue una de sus hijas, Manuela G. M, imputada por ejercer presuntamente la misma actividad en su domicilio de la calle Cepa. Esta acusada reconoció que su marido y ella consumían droga habitualmente y que ésa era la causa de que la Policía hubiera encontrado estupefacientes en su casa, que según ella pertenecían a su pareja.
Por lo demás, negó la mayor y ante las conversaciones telefónicas reproducidas en la sala, en las que ella era una de las protagonistas, aseguró que no recordaba nada porque se encontraba bajo los efectos de las drogas en aquel momento. Manuela está actualmente en prisión, al igual que su madre, aunque cumpliendo una condena anterior por el mismo delito que ahora se le imputa.
Su marido, José D. F, declaró que efectivamente la cocaína intervenida era para él. «La droga que encontraron en mi casa sólo era para consumo propio -argumentó-. Yo soy el responsable de lo que pasó en la calle Cepa». Tras esta escueta declaración, José fue invitado a volver al banquillo sin someterse a más preguntas, en virtud de un acuerdo que alcanzó su letrado con la fiscal, que reducirá su petición de condena tras haber realizado esta declaración.
María del Mar G. M, otra de las hijas de la principal inculpada, y su pareja, Adrián A. M, fueron los siguientes en subir al estrado. Ambos prefirieron no pronunciar palabra, a pesar de las reiteradas preguntas de la fiscal que quiso saber, entre otras cosas, cómo era posible que dos personas que no tenían ocupación reconocida y que cobraban 400 euros de ayuda familiar pudieran haber alquilado un piso en Valdelagrana durante el mes de julio por el precio de 3.000 euros.
La pequeña de las hijas de la matriarca, Rosario G. M, sí compareció para asegurar que consumía drogas pero no traficaba con ellas en su casa de Luis Parada, como se le acusa. «Yo tenía seis móviles porque mi novio era muy celoso», justificó ante una de las preguntas del Ministerio Fiscal, al tiempo que negó haber arrojado cocaína por la ventana cuando la Policía se presentó en su casa, desmintiendo además que conociera a la persona que supuestamente le suministraba la mercancía.
El resto de los imputados (Carlos C. A; Emilio S. S; Emilia F. H; Manuel V. C; María del Carmen S. M. y Jessica J. E.) no aportó mucha más información. Mientras que algunos prefirieron no declarar, otros lo hicieron para negar que tuvieran algo que ver con el negocio delictivo.