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El juego como herramienta de trabajo
La docencia parte de lo lúdico como canal de aprendizaje para que los niños desarrollen sus capacidades motoras e intelectuales El ciclo formativo de Educación Infantil gana enteros con la subida de la demanda de guarderías
Actualizado: GuardarLas cuentas de madera nunca se equivocaban. Cuando llegaban al diez, ¡se acabó!. Y vuelta a empezar. El abecedario era una canción pegadiza que se repetía tantas veces como el semanario. Y por mucho que se buscara las vueltas, nunca el triángulo encajaba en el hueco del cuadrado. Cuando todas las piezas encajaban ya se podían coger las fichas del puzzle. Eso sí, nadie antes te había pegado un jalón del babi para ganar terreno en aquella épica batalla por hacerse con los mejores juguetes. Entonces el llanto, los mocos y el desconsuelo duraban el tiempo de que la 'seño' te cogiera en brazos y pusiera orden. De fondo, los soniquetes de siempre, canciones que eran el evangelio para aprender dónde estaba la derecha, la izquierda o de qué color eran las frutas. Melodías que han evolucionado con los años, sin perder eficacia.
«El método básico de trabajo en la escuela infantil es el juego. Las distintas dependencias se distribuyen por rincones de juego y los docentes tienen que saber identificar y seleccionar los juguetes, que son los materiales con los que van a trabajar para que los niños aprendan a hablar, a moverse y a identificar formas y colores». Habla Manuel Arjona, uno de los profesores. Es la hora del bocadillo y las chicas se relajan. Algunas siguen sus tareas, hacen manualidades y practican con unos muñecos que recuerdan a aquellos tiempos de jugar a 'las casitas'.
Sólo chicas
«Las preparamos para el trabajo práctico con los niños, hacia el estímulo de la expresión y la comunicación visual, corporal y plástica, entre otros». Pero lejos de ser un juego de niños, para ellas eso significa una formación, un oficio y la posibilidad de encontrar un empleo. El instituto 'Arroyo Hondo', de Rota, es uno de los pocos centros de la provincia donde se imparte el ciclo formativo de Educación Infantil. Unas cincuenta alumnas -todas chicas- se reparten entre el primer y el segundo curso.
Este año han tenido que aumentar el cupo ante el aumento de la demanda. «Principalmente, por dos factores. Uno, porque hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo y ha optado por formarse en un ámbito donde parece haber más posibilidades de encontrar empleo. Y el segundo, porque la Educación Infantil se ha puesto de moda en España desde que evolucionó del Jardín de Infancia al desarrollo del niño en todos los sentidos desde cero a tres años». Este ciclo es además un paso intermedio para acceder a la universidad, tanto para cursar estudios en la familia de los magisterios como en otras carreras como Psicología, Antropología, Sociología, Psicopedagogía y Logopedia, con las que existen posibilidades de convalidar asignaturas. No obstante hay personas que, como Carolina González, de 20 años, han realizado el recorrido inverso. «Empecé Pedagogía en la Universidad de Sevilla. Pero no me gustaba y lo dejé para hacer esto que sí era lo que yo estaba buscando».
Durante el primer curso, las alumnas aprenden el desarrollo motor, cognitivo y socioafectivo del niño, su autonomía personal, y la didáctica de la programación y formación. El segundo curso dispone de tres grandes áreas: expresión y comunicación, el juego infantil y su metodología, y habilidades sociales. Pero la prueba de fuego llega con las prácticas en empresas, desde marzo a junio. «Hay gente que se da cuenta de que no le gusta. Y aquí es donde deciden seguir o cambiar el rumbo».
No en vano, pese a su engañosa apariencia de candidez y comodidad, estamos ante un trabajo duro. Y mucho. «Cuando uno no se ha hecho caca, otro está llorando, o se ha puesto malito, o uno ha pegado a otro. Desgasta mucho, pero es precioso. Estamos ante la etapa más bonita de los niños, de los cero a los seis ños». Otro importante pilar es la orientación laboral y empresarial, enfocada hacia la posibilidad de montar una empresa propia. Algo que a las chicas, de momento, se les antoja muy lejano. «No tengo nivel adquisitivo para eso. Además, primero quiero trabajar en una guardería, para coger experiencia». Laura González, de 27 años, se ha paseado por varios empleos diferentes hasta decidirse a estudiar lo que desde siempre fue su vocación. «Es una responsabilidad muy grande y requiere muchísima atención, porque trabajas con personas, no con materiales. Y creo que la gente no valora lo suficiente lo difícil que es esto».
El germen del futuro
Enrique Jiménez es otro de los profesores de un ciclo formativo en el que los docentes son la única representación masculina. «Sin duda en esta etapa se constituye el germen de lo que esa persona va a ser en su madurez. Y se produce una eclosión en su desarrollo que nunca jamás el ser humano volverá a tener». En este sentido, el trabajo coordinado con los padres es fundamental. Por eso en los últimos años se ha fomentado la información hacia la familia y la comunicación continua. «Hay padres y padres. Con algunos es fácil tratar porque entienden que haces tu trabajo como educadora cuando castigas si el niño pega, por ejemplo. Con otros es más complicado». Habla la voz de la experiencia. Regla Jurado de 44 años, lleva casi 20 trabajando en la guardería Pepita Jiménez, de Chipiona. Regla estudió la antigua FP de Jardín de Infancia, pero ahora la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía le exige el grado superior. «Si no, me quedaba de auxiliar. Y eso supone un menor salario y cotización».