ESPAÑA

España recurre a EE UU para abrir el diálogo sobre el Sáhara

Exteriores propone a Hillary Clinton y al británico William Hague «elevar el nivel político» de las conversaciones

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El Gobierno ha comenzado a mover sus hilos, siquiera mínimamente, para lograr una mayor implicación internacional en la resolución del conflicto del Sáhara Occidental. La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, aprovechó ayer el encuentro programado en Lisboa con la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para plantear la necesidad de dar un «nuevo impulso político» al diálogo entre las partes. Y algo similar hizo horas después con su homólogo británico, William Hague, pero no con la francesa, Michelle Alliot-Marie.

La presión social y política generada en España ante la falta de una condena a Marruecos por el violento desmantelamiento, hace casi dos semanas, del campamento situado a las afueras de El Aaiún, ha obligado al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a dar un paso al frente por un asunto que apenas concita la atención de la comunidad internacional. No hay rectificación alguna porque el jefe del Ejecutivo sigue defendiendo que su posición es la «acertada» para desempeñar un papel «útil» en la resolución del problema de fondo, y así lo reiteró durante la rueda de prensa posterior a la cumbre de la OTAN, en la capital portuguesa. Pero lo que sí hay es un intento de compensar por haberse puesto de perfil ante los acontecimientos recientes.

El efecto de las gestiones realizadas es aún incierto. Según su propio testimonio, la ministra Jiménez transmitió a Clinton y Hague que ahora resulta «más urgente que nunca elevar el nivel político del Grupo de Amigos del Sáhara», formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y España. Pero lo único que obtuvo de la jefa de la diplomacia estadounidense es el compromiso de que «estudiará» la idea.

Este 'grupo' viene celebrando encuentros con cierta periodicidad, pero la ministra subrayó que hasta ahora las citas han tenido un carácter «más técnico» que político porque han estado protagonizadas por segundos niveles, es decir, secretarios de Estado o incluso directores generales. Ahora bien, el Ejecutivo evitó generar expectativas sobre el rango que deberían adquirir en un futuro próximo.

«Dificilísimo»

El presidente del Gobierno no solo no se mojó a la hora de aclarar si deberían celebrarse entrevistas ministeriales o, tal vez, de jefes de Estado y de Gobierno, sino que bajó aún más el listón esbozado por la responsable de Exteriores. «Es secundario el nivel que tenga una reunión u otra -arguyó-; lo prioritario es que los gobiernos estén comprometidos, que Naciones Unidas vuelque los intentos máximos y que Marruecos y el Frente Polisario tengan una buena disposición de diálogo; esto es lo que tenemos que conseguir». «¿Es difícil? -añadió- ¡Dificilísimo!».

El jefe del Ejecutivo, que al poco de llegar al Moncloa se atrevió a vaticinar que en seis meses podría alcanzarse un acuerdo entre las partes, hizo ayer un ejercicio de realismo y subrayó que esta es una cuestión se lleva trabajando más de treinta años. La salvedad casa con el mensaje que, de un modo u otro, el Gobierno ha tratado de transmitir estos días a sus simpatizantes, molestos por su actitud contemporizadora hacia Marruecos: España no tiene responsabilidad directa en el Sáhara, no se le pueden pedir milagros, y lo mejor que puede hacer para «tratar de contribuir al diálogo» es ser «responsable, prudente y moderado».

Lo cierto es que el Gobierno sigue andando con pies de plomo. Zapatero ha evitado involucrarse personalmente en esta polémica. No hizo ningún esfuerzo por lograr apartes con sus homólogos del Grupo de Amigos del Sáhara durante las dos jornadas de la cita en Lisboa. «Esta es una cumbre de la OTAN con un orden de día concreto y es de eso de lo que hemos estado hablando», alegó.